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Triplets’ Mighty Mom

Chapter 111
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ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 18. Tú eres mía

Nahia sentía que tenía los sentidos embotados mientras se sentaba en la cama y se quedaba mirando

al vacío, tratando de ubicarse sin mucho éxito. Le dolía el cuerpo y se sentía demasiado cansada,

pero si seguía en la cama eso no iba a mejorar.

Y cuando miró a su lado, donde Aaron dormía profundamente, solo lo confirmó.

Llevaba un pantalón de algodón suave como de pijama y nada para arriba. Tenía los músculos

relajados y aun así se veía macizo el condenado. Tenía un par de tatuajes idénticos sobre los

pectorales y uno a un costado que se perdía dentro del pantalón… y Nahia ahogó un gemido

pensando hasta dónde llegaría.

“Maldición, si no me levanto ahora, jamás me pararé de esta cama“, pensó y se bajó para meterse en

la

ducha.

Salió de allí completamente vestida y para ese momento Aaron ya no estaba en su cama.

Veinte minutos después se lo encontró perfectamente arreglado en la cocina, poniendo frente a ella

una

taza de café.

-¿Te sientes mejor? -preguntó Aaron y ella se sentó en aquella banqueta con cansancio.

-Siento que me golpearon veinticinco elfos maniáticos -respondió ella-. Pero sí, supongo que estoy

mejor. Muchas gracias por cuidarme.

-De nada. Lo hice con gusto… ¡Bueno, no con gusto porque no me gustó que te enfermaras, pero… tú

me entiendes! -respondió él. (1

Pero la verdad era que no, Nahia no lo entendía para nada. Aaron Orlenko le gustaba, le gustaba

demasiado y quizás por eso era tan peligroso para ella, porque sabía que podía herirla con más

facilidad que nadie, ya lo había demostrado.

-Entonces ¿te vas a quedar? -preguntó y Aaron apoyó las dos manos sobre la encimera con

determinación. 1

-Sí, Nahia, voy a quedarme -declaró.

-Está bien, pero eso no cambia nada. Te agradezco que me cuides… pero eso es lo único que tengo

planeado agradecerte. No quiero nada más, Aaron.

Él apretó los dientes y asintió, ya hasta odiaba que lo llamara por su nombre en vez de decirle

Robocop.

-OK, pero igual voy a quedarme.

Porque estaba seguro de que, si se quedaba, sería capaz de cambiar las cosas.

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Las semanas que siguieron fueron… complicadas, por decirlo de la mejor manera. Nahia iba a la

universidad y Aaron estaba más atento que nunca a cualquier peligro. No había sabido nada más de

Vanessa pero era evidente que las locas de su calibre no eran propensas a encajar los golpes y

seguir, menos uno como el que él le había dado.

Su otro problema andante era el condecito. Nahia no lo veía mucho más que a otros compañeros y

ocasionalmente se sentaban a almorzar juntos en la cafetería, pero jamás hablaban de nada que no

fuera la universidad o las competencias de Josh en los campeonatos universitarios.

Las cosas con Nania no iban mejorando, por desgracia. Ella estaba completamente concentrada en

estudiar, así que Aaron no veía ni una maldit@ rendija por la que volver a colarse en su corazón. La

verdad era que lo ignoraba olímpicamente pero con la mayor educación, y realmente el trato

profesional ya lo estaba espantando. ¿De verdad ella no iba a bajar la guardia nunca más? ¿¡De

verdad no lo quería!?

La respuesta -junto con la felicidad absoluta-, le llegó un par de semanas después cuando ella le dijo

que iría a una fiesta, pero antes de que él pudiera levantar ese índice controlador y protestar Nahia se

detuvo frente a él.

-No lo tomes como una oportunidad para empezar una pelea -le advirtió, rompiendo las alitas de su

acelerado corazón. Una compañera cumple años, me invitó a su fiesta, sería de mala educación

negarme. Solo acompáñame y listo ¿de acuerdo?

Aaron casi hizo un puchero. ¡Era la primera vez en su vida que deseaba que una mujer fuera inmadura

y problemática! 1

Revisó los detalles de la fiesta y confirmó que solo estarían invitados universitarios, era en una

propiedad privada, no del campus, y podía revisar incluso la lista del personal de servicio.

Aaron trató de comportarse con el mayor profesionalismo, pero verla salir de su cuarto con aquel

vestido no ayudó en nada. Era sencillo y elegante, como si su diseñador hubiera reducido a la mínima

expresividad el vestido sin sacrificar su feminidad. La tela era una mezcla de seda negra y suave en

color vino que le llegaba a la rodilla. ¡Encima ni era corto! ¡No le faltaba tela! Ni universitaria loca

parecía, pero Aaron estaba infartando con el dichoso vestido.

Y

para rematar aquellos tacones de aguja, de los que subían unas medias negras que él solo moría de

imaginar dónde terminaban.

-Ya estoy lista -murmuró Nahia y él sintió que el corazón se le desbocaba.

-Yo no…

Pero ella no lo escuchó, y si lo escuchó se hizo la desentendida, porque cinco minutos después Aaron

conducía hacia la fiesta.

Cuando llegaron, la fiesta estaba en pleno apogeo. Había juegos de mesa, algunos músicos tocaban y

había un grupo animado de chicos divirtiéndose.

Mientras Nahia saludaba a la cumpleañera y le dejaba su regalo, algunos invitados coquetearon

abiertamente con Nahia, pero ella parecía tener una capacidad especial para rechazar amablemente.

Aun así Aaron sentía el calor de la impotencia y los celos creciendo dentro de sí mismo. No podía

evitarlo, incluso si ella se comportaba a la perfección, a él le molestaba las miradas de todos los

demás.

La siguió más lentamente, intentando frenar sus celos, pero fue en vano. Vio a un chico acercarse a

ella y leyó en su rostro una expresión divertida que solo podia significar que intentaría conquistarla. Su

peor pesadilla se estaba haciendo realidad justo delante de él, pero antes de que hiciera un solo

movimiento Josh llegó para espantar al tipo.

-¡Lo siento, niño, esta ya está comprometida, piérdete! -le advirtió con una voz de autoridad que Aaron

no hubiera ni imaginado, pero cuando se giró hacia Nahia tenía la expresión más risueña del mundo-.

Se ponen muy pesados ¿verdad? -sonrió ofreciéndole su brazo y llevándola afuera.

-Es normal, están medio borrachos todos.

-¿Y por qué tú estás tan sobria? -preguntó Josh como si no lo comprendiera-. ¿No te aburres?

-Profundamente, pero solo vine un rato, por cumplir con Marga, no me gustan mucho estas fiestas. -

¿Pues qué te parece si tú y yo nos vamos a una mesa del jardín, nos sentamos con esta preciosura –

dijo sacando una botella que llevaba escondida en el saco-, y bebemos hasta caer mientras

chismeamos sobre toda esta gente?

Nahia le sonrió con suavidad y sus siguientes palabras le dieron a Aaron ganas de retorcerle el cuello.

-Lo siento, no debo. Vengo con escolta y no está bien que incomode a mi guardaespaldas. No es su

trabajo cuidarme si me pongo ebria -sentenció Nahia y Aaron maldijo siete veces su madurez.

-¡Ay por favor! ¡Tu guardaespaldas no va a decir nada! ¡Es más, puede acompañarnos, cuando se

trata de reír, entre más gente, mejor! ¿No es verdad, señor Orlenko?

Aaron le dirigió una mirada asesina pero él mismo se sorprendió sonriendo.

-No pasa nada porque beba un poco, yo puedo llevarla a casa -replicó. Y a ti también te dejo sentado

en la puerta de la tuya si te pasas de tragos.

-¿Ves? ¡Si es una maravilla ese hombre! -exclamó Josh tirando de su mano y Nahia miró a Aaron con

sospecha mientras se sentaba con Josh en una mesa alejada del jardín y bebían mientras

conversaban. Escucharla reír era el mejor sonido que Aaron había escuchado en su vida, pero

escucharla reír con otro, aunque no hubiera coqueteo de por medio, era terrible. Al parecer tenían

demasiadas cosas en común aquellos dos, y Josh no era el angelito que todos creían, pero era un

buen muchacho. 1

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Y eso era todavía peor.

Finalmente para la medianoche los dos estaban obviamente pasados de copas, pero en el mismo

momento en que Josh dijo “Vamos a bailar“, Aaron tiró de la mano de Nahia y se la echó al hombro

como un costal de papas.

Meterla en el auto y llevársela a casa fue lo de menos, lo de más fue descargarla en la sala del

departamento y sostenerla para que no se cayera.

Tenerla tan pegada a su cuerpo era un poquito problemático, porque ella era el tipo de ebria para

quien todo era más hermoso, arcoíris y mariposas… y él.

La sintió apretar sus cachetes haciendo un puchero.

-¿Por qué tienes que ser tan bonito? -rezongó Nahia y Aaron apretó los labios, sabiendo que al día

siguiente ella no se acordaría de que lo había llamado “bonito“. 1

-¿Por qué tienes que ser tan madura? ¿No tienes intención de darme ni un poquito de celos? -protestó

él manteniéndola apretada contra su pecho.

-No me hace falta, un hombre respira a diez metros de mí y tú ya estás celoso -replicó ella

entrecerrando los ojos. ¿0 no…?

-Te odio.

-¡Ooooh sí! -se carcajeó ella, pero antes de que pudiera regodearse más ya la boca de Aaron había

impactado contra la suya y se estaban besando como si el mundo estuviera a punto de acabarse.

Nahia se prendió de sus brazos, haciendo que Aaron perdiera todo el control. Sus labios estaban

ávidos, como si el beso pudiera alargarse para siempre y ninguno quisiera soltarse primero.

Y mientras el mundo giraba a su alrededor, Aaron sabía que estaba completamente perdido en aquella

mujer. Su corazón latía tan rápido que temió que ella pudiera notarlo.

Sus manos la recorrieron con delicadeza, en cambio ella le desabrochó el saco con dedos torpes por

los tragos que habían tomado, para luego enterrar la nariz en su pecho desnudo.

-¡Por Dios! ¿Cómo puedes oler tan bien? -la escuchó susurrar-. ¿También sabes bien? ¿Te puedo

morder? 2

-Puedes hac… ¡Santísima virgen! ¡Claro que no! -gritó con la primera mordida, que también sería la

única porque Aaron le dio la vuelta, rodeándola con sus brazos-. No se muerde. No se muerde–le

advirtió suspirando sobre su nuca y la besó allí mientras la escuchaba reír. 3

La empujó suavemente hacia ia habitación y se detuvo frente a la cama, estrechándola con fuerza

antes

de sentarla sobre ella y quitarle los zapatos.

-¿Me vas a hacer cosas innombrables? -preguntó Nahia con una sonrisa pícara. 2

-Sí, pero te las voy a hacer cuando estés lo suficientemente lúcida como para poder ponerles nombre-

amenazó sobre su boca mientras trepaba sobre ella en la cama y la besó con fiereza-. Tú eres mía,

nena, y tarde o temprano voy a hacer que me quieras. Is

Alerta de Spoiler: sería tarde.