Capítulo 155
–Presidente Palomares, la señorita Sarabia está aquí –reportó Ray tocando la puerta desde afuera.
–Déjala pasar –respondió con las cejas fruncidas; poco después, Helen entró, luciendo una sonrisa
encantadora.
–Elías, te compre algunos refrigerios –anunció con dulzura. De hecho, ella fue en especial a verlo
aquella vez porque tenía planeado invitarlo a cenar.
– Por favor, ya no me traigas esto de nuevo. No me gustan los postres –dijo mientras se recargaba en el
respaldo de su silla. Su camisa blanca lo hacía ver como un célibe y justo en ese momento lucia
lánguido y encantador; cl corazón de Helen empezó a acelerarse con eso, pues no exista mujer que
pudiera resistirse a un hombre tan deslumbrante y elegante, por lo que ella camino hacia Elias, paso a
paso.
* Anastasia llegará en cualquier momento, penso, pues había estado tomando el tiempo. En este
momento, Anastasia, quien había sido informada por Maya quc fucra a la oficina de Elías, no
sospechó nada y se encontraba de camino subiendo las escaleras; a penas y se preguntó la razón por
la cual el hombre deseaba verla.
Será que va a usar el trabajo como excusa para regañarme?» meditó. Mientras tanto, Helen, quien ya
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtse encontraba al lado de Elías, de repente puso las manos en su propia frente y dijo algo entre dientes.
–¿Qué pasa? –preguntó Elias levantándose para examinarla.
Justo en ese momento, Helen pareció haber oido el sonido de las zapatillas altas de la señorita que
resonaban en el suelo y coincidió con el hecho de que ya era la hora que había esperado, así que
pretendió grunir de dolor. Un segundo después cayó en el abrazo de Elias, quien la agarró con sus
largos brazos, así que tomó la oportunidad de abrazarlo por la cintura.
–Elías, me siento muy mareada....
–Deja te llevo al sofá para que puedas descansar –dijo intentando mantener su distancia de ella, pero
ella apretó el agarre y se rehusó a soltarlo. Luego, ella levantó la cabeza con los ojos cerrados para
decir algo más.
–Elias, chay algo en mi ojo? ¿Puedes revisarlo por mi? iMe duele!
Al oír eso, Elias entrecerró sus ojos y se inclinó para echar un vistazo, pero, justo en ese momento, se
abrió la puerta de la oficina del presidente. Anastasia no tocó antes de abrirla, ya
que pensó que Elías estaría esperándola para hablar con ella; en cuanto la puerta estaba abierta, lo que
se pudo apreciar fue a un hombre y a una mujer que se estaban abrazando de manera intima. Elias se
inclinó a la cara de Helen mientras que esta levantó la cabeza con los ojos cerrados, como si estuviera
esperando ansiosa un beso de aquel hombre. Los ojos de Anastasia se abrieron de par en par y al final,
se les quedó mirando por un par de segundos antes de que pudiera pronunciar algo con calma.
–Perdón por interrumpirlos, por favor, continúen.
Con eso, se dio la vuelta y azotó la puerta detrás de ella después de salir de ahí; como todo eso pasó
en cuestión de segundos, fue tan rápido que Elías no tuvo ni la oportunidad de volver en sí. Cuando por
fin lo hizo, de inmediato se solto del agarre de los hombros de Helen y a fuerzas quitó los brazos de ella
de su cintura.
OS
1. a.
–Le diré a Ray que te mande al hospital –declaró con urgencia. Poco después, Elias la aparto de él, no
fue con mucha fuerza, de hecho, pero Helen se dejó llevar por eso y cayó de manera deliberada en el
suelo.
– Ah! –chilló. Elias, quien apenas había llegado a la puerta dando pasos largos, miró hacia atrás y . se
dio cuenta de que Helen se había caído, por lo que apretó los puños, pero decidió volver y ayudarla.
–¿Estás bien?
–Estoy bien. Elías, ¿qué pasa? –preguntó ella, fingiendo inocencia a propósito
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏm– Nada –respondió, después usó el teléfono fijo para dar una orden—. Ray, ven a la oficina –dijo.
Pronto, Ray tocó a la puerta y entró, por lo que Elías le dio instrucciones–. Envia a la señorita Sarabia al
hospital para que la revisen y la envíen a casa –ordenó. Para Helen, su plan había resultado un éxito, ya
que si logró su meta.
«iLa escena de hace rato debió darle a entender a anastasia que Elías iba a besarme!».
– Elias, quiero ir a cenar contigo –dijo Helen a regañadientes.
–No estoy disponible esta noche, salgamos a cenar otro día ––comentó. Después de eso, agarró su
teléfono, que estaba en el escritorio y se apresuró a salir, pues parecia que tenía mucha prisa. En breve,
se detuvo en el departamento de diseño, cuando llegó a la oficina de Anastasia miró que su asiento
estaba vacío, así que salió y fue con Gabriela para hacerle una pregunta.
–¿Dónde está Anastasia?
–La señorita Torres se fue temprano del trabajo. ¿Hay algo que necesite de ella, presidente Palomares?
—preguntó Gabriela nerviosa.
–No —respondió Elías de forma casual y manteniéndose impasible.
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Luego, se fue y uso su teléfono para llamar a cierta mujer mientras iba saliendo; en ese momento,
Anastasia se encontraba en un taxi en camino a recoger a su hijo, al escuchar que sonaba su teléfono,
lo sacó y miró la pantalla. Las esquinas de su boca se curvaron para arriba, ella resopló y decidió no
contestar aquella llamada.