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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 387
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Capítulo 387

Con eso, Alma se fue, ahora lo único que podía hacer era esperar por las noticias de Luis para dar su

siguiente paso; lo que tenia claro era que tenía que dar a luz al hijo de Elías lo antes posible, ya que

Raúl seguía esperando.

Mientras tanto, en Olesa, Helen se quitó el vendaje por primera luego de una semana de operación, su

rostro ya no estaba tan inflamado y los resultados eran un poco más visibles: la forma de su cara ya

no era la misma y aunque sus parpados seguían un poco hinchados, su nariz estaba más respingada,

sus labios eran más bonitos y su mandíbula era perfecta. La mujer estaba demasiado feliz porque

ahora era hermosa, aunque no era tan bonita como Anastasia, quien era linda de forma natural,

estaba segura de que ya no estaba tan lejos de parecerse a ella; una vez que la inflamación

desapareciera por completo, podría ver a Elias.

Lo que no se esperaba es que los resultados finales serían mucho mejor de lo que creía y que, por

eso, podría regresar a casa dentro de un mes. Cuando Helen se miró en el espejo, descubrió que su

perfil y rasgos faciales eran muy parecidos a los de Anastasia, por lo que sonrió con satisfacción.

*¿Qué pensara Anastasia cuando me vea? ¿Le daré asco?».

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Luego, se preguntó si Elias sería capaz de aceptarla y de enamorarse de ella una vez que su rostro se

hubiera recuperado por completo y estuviera dentro de las más grandes bellezas; estaba segura de

que la noche de hace 5 años había sido inolvidable para él y que, si tuviera intenciones de revivir ese

momento, ella seria la única persona capaz de dárselo.

-Se ve increible, señorita Sarabia, un diez perfecto -dijo el agente que estaba a su lado.

Sin embargo, la sonrisa desapareció del rostro de la mujer y toda felicidad que sentía, se esfumo, ni

siquiera el elogio fue capaz de hacerla sentir mejor, porque después de todo, su rostro había sido

arreglado basándose en el de Anastasia, por lo que hacerle cumplidos a ella, sería como hacérselo a

la otra mujer, lo que la molestaba en gran medida. Pero lo que era peor es que siempre le recordarían

que el rostro de Anastasia era perfecto de manera natural.

Por la noche, después de darse un baño con Alejandro, Anastasia planeaba sentarse a ver televisión

con su hijo y relajarse juntos, cuando de repente, le sonó el teléfono, entonces lo tomó y descubrió que

era una llamada de Elías.

«¿Por qué me está llamando a esta hora?».

Aun así, contestó:

-¿Hola?

– ¿Puedo ir a tu casa?

– ¿Ahora? —Anastasia reviso la hora y se dio cuenta de que eran las 8:30 de la noche.

-Recién terminé una cena de negocios y quiero ir a tu casa, necesito verte.

-Qué no me viste ayer?

—No hay un segundo que no deje de pensar en ti, Anastasia -dijo el hombre, convirtiéndose en la

encarnación del romanticismo.

Anastasia, en cambio, se quedó sin palabras pensando que, para entonces, Elías ya habría tenido un

hijo si utilizara ese mismo esfuerzo con cualquier otra mujer.

-Está bien -aceptó.

A lo que el respondió emocionado:

-¡Ya voy para allá!

Así, una noche normal, se convirtió en una emocionante y repentina visita del señor Palomares; justo

después, Anastasia se puso de pie para preparar el té y cortar algunas frutas. Cinco minutos después,

sonó el timbre de la puerta, la mujer reviso primero por la ventanilla y se dio cuenta de que,

efectivamente, había alguien fuera de su apartamento; cuando abrió la puerta, descubrió que no había

venido solo, sino que trajo consigo un montón de cosas, entre lo que destacaba un juguete enorme de

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Legos. Elías llevaba dos juguetes en la mano mientras que Ray le seguía con cuatro más.

—¿Por qué compraste todo esto? —Anastasia no sabía como debía reaccionar.

-A Alejandro le gustan mucho.

-Lo vas a malcriar-señaló ella con frustración-¿Por qué no entra también, señor Osorio? – comentó la

mujer.

Sin embargo, no había manera de que el hombre se atreviera a pasar cuando su jefe había venido

para compartir algo de tiempo con la señorita Torres y su hijo, después de todo, tenía ganas de seguir

viviendo.

-No se preocupe, gracias, tengo varias cosas que hacer. Qué pasen una linda velada.

Alejandro creyó escuchar algunos ruidos provenientes de la puerta y salió corriendo, entonces

exclamó cuando se encontró con los juguetes Lego.

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-¡Vaya, no sabe cuánto lo quiero, señor Palomares! -En cuanto dijo esas palabras, se lanzó a los

brazos de Elías, lo que hizo que Anastasia sacudiera la cabeza en negación.

Ese hombre se había ganado a su hijo por completo.

-Tendrás que prometerme una cosa ahora que has tomado los regalos: siempre escucharás a tu

madre y no la harás enojar.