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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 269
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Capítulo 269

Era seductor e hipnótico y Anastasia se quedó embobada por un momento. Después, comenzó a

forcejear como si su vida dependiera de ello, ya que no estaba dispuesta a perderse en sus ojos; sin

embargo, en ese instante, el hombre ya había acercado su mano

Пта

– Señorita Torres, es una noche maravillosa. Sería una lástima si no hiciéramos algo romántico.

Los brazos de Elías ya rodeaban a Anastasia, cubriéndola con su fragancia, y su mirada ardiente ya la

había invadido por completo, ocasionando que ella bajara su guardia. Pese a todo, logró recuperar sus

sentidos y empezar a empujarlo lejos de ella, pero al siguiente segundo, él agachó su mirada y cortó

cualquier ruta de escape que tuviese. Comenzó a besarla con fuerza y su lengua exploró toda su

boca, robando su aliento.

«Esto es horrible! ¿Qué está ocurriendo?» se preguntó Anastasia mientras sentía como su

determinación menguaba. Ahora, estaba reacia a empujarlo.

Anastasia maldijo su actitud indecisa sin poderlo evitar. Esa era la razón por la que este hombre la

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trababa como una víctima vulnerable y porque él se estaba aprovechando de ella en el corredor en

medio de la noche, aunque esos besos no eran algo que odiara. En realidad, ella experimentaba una

sensación maravillosa y de expectativa. El hombre se aprovechó de esa emoción escondida para

despertar la pasión dormida en ella.

El beso era como fuego que quemaba todo el raciocinio de Anastasia. Poco después, además del

estado de sus cuerpos casi descubiertos, el punto más peligroso del hombre chocó con ella, lo que

hizo que recuperara sus sentidos en ese momento. Ella se permitiría solo un beso. Cualquier cosa

más que eso lo consideraría como cruzar el límite.

-Se hace tarde… iVe a dormir! –Anastasia forcejeo y al fin logró liberarse. Se giró para darle la espalda

y expresando su rechazo con todo su ser.

-Lo que sea que hayamos dejado pendiente esta noche, lo continuaré en mis sueños -indicó Elías,

inclinándose hacia ella y hablando directo a su oido con una voz seductora.

VO

«¿Este hombre quiere soñar con tales cosas?» Anastasia sintió que su mente estalló cuando declaró

eso.

Elías no la forzaría, por lo que se retiró del lugar. Cuando ella se volteo, solo quedaba la pesadez

en el aire dejado por las hormonas del otro. Una sola oración dijo antes de marcharse, pero

Anastasia no pudo dejar de sonrojarse cuando la recordaba.

Se sentía mareada cuando regresó a la cama a recostarse. El beso se paseo por su mente en cuanto

cerró sus ojos y su cuerpo comenzó a calentarse por alguna razón. ¿Qué le pasaba? Se fue a dormir,

confundida, y ya no pudo diferenciar los sueños de la realidad. Sin importar lo que intentó, el sonrojo

no se quitó de su rostro, ya fuese que estuviese dormida o despierta.

A la mañana siguiente, Anastasia abrió sus ojos y notó que era más tarde de lo que acostumbraba a

despertarse. Se levantó de la cama, aunque molesta por el fallo de su reloj biologico. Bajó al nrimer

niso v mrenaró el almuerzo nara los emnlendos mientras su huo v Flias ingaban en el

jardín. El pequeño se enamoró de ese espacio y, una vez obtenia una pelota de fútbol, podía quedarse

ahí todo el día.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pudo relajarse y disfrutar la mañana. Anastasia

encontró un buen lugar para observar a su hijo jugando y corriendo bajo el sol mientras bebía una taza

de café. Esto era uno de los momentos más felices para ella como madre.

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Por otro lado, Anastasia sintió que su atención se enfocaba más en el hombre vestido para la actividad

física. Portaba una camisa sin mangas con un pantalón para hacer ejercicio. Mientras estaba ahí

parado en el césped, lucía grande, poderoso e imponente; además de que tenia un aire constante,

vigoroso y dominante que lo acompañaba. Anastasia se mordió el labio y recordó la noche anterior sin

poderlo evitar. Una vez más se encontraba perpleja, pero decidió que ese tipo de cosas no volverían a

pasar.

«iNunca más!» penso, aunque después se burló de sí misma, puesto que ya se había prometido

exactamente lo mismo antes, pero parecía que siempre fallaba. Cuando se encontraba frente a este

hombre, no había ningún juramento que pudiese mantener.

En otro chalé, Helen tampoco logró dormir mucho en la noche. Con los ojos rojos, tomó su teléfono y

marcó el número de Daniel. En cuanto conectó la llamada, le ordeno:

– Daniel, quiero ver a Elías. Ayúdame a idear alguna forma para hacerlo.

-Este sábado se celebrará el cumpleaños número 70 de la señora Palomares contestó Daniel después

de pensarlo por unos segundos. -El presidente Palomares estará a cargo de los preparativos, así que

puedes avisarle que quieres asistir para acompañar a la señora Palomares en su cumpleaños.

– ¿De verdad? ¿Cómo debería decirselo? —preguntó Helen, exaltada por la noticia.

-Puedes buscar algunos artículos o noticias viejas. Entre ellos, deberán estar los reportes en la fecha

exacta del cumpleaños de la señora Palomares. Después, puedes pedirle al presidente Palomares que

te lleve con él a la celebración. Lo más probable es que acceda -sugirió Daniel.