Anastasia estaba agobiada por el pánico, por lo que cubrió su boca y tomó una servilleta. Por otro
lado, Elías mostró su preocupación. — ¿Te quemaste? Muéstrame. Anastasia cubrió su boca
mientras sacudía su cabeza. —Es… estoy bien. Sólo me quemé la lengua. Dicho esto, Elías pidió a
unos de los camareros que trajeran un vaso de agua con hielos para que le pasara la quemadura en
su lengua. Cuando su comida llegó, la mujer comenzó a degustar. En cuanto a Elías estaba calmado
aunque por dentro se le hacía agua en la boca. Después de todo, creció probando todo tipos de
comida, por lo que estaba poco impresionado por los mariscos que Anastasia disfrutaba. Anastasia
mordía la pata de cangrejo como un hambriento minino. Se aseguró de comer cada pedazo de carne
debajo del caparazón. Su fuerte mordedura no dejaba nada sin desperdiciar, —Cuidado con los
dientes—aquel hombre le hizo saber con un par de cejas fruncidas en su cara. Cuando terminó la
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtmitad de su platillo, Elías se levantó de su asiento y se excusó por un momento. Mientras tanto,
Anastasia estaba satisfecha con su comida. Ella giró su vista hacia la ventana y vio lo linda que era la
vista. «¡Guau! Parece no haber fronteras en el océano y los yates que zarpaban hacen de la vista más
relajante. Desearía que se llevara todos mis problemas que cargo.» Cuando Elías regresó a su asiento
vio su reloj y dijo: —Es hora de irnos. —Muy bien, espera aquí mientras pago la cuenta—dijo ella y
procedió a levantarse. —No es necesario. Ya me encargué de eso—Elías la observó de forma
maquiavélica. Anastasia quedó pasmada al saber que él había pagado la cuenta. «¿Qué? ¿Por qué la
urgencia de pagar la cuenta? — ¿Por qué lo hiciste? Anastasia se sintió un tanto infeliz, ya que el
hombre no le dejó pagar la cuenta, incluso cuando estaba lista para hacerlo. —Vámonos. Elías la
ignoró y se abrió paso hacia la salida del restaurante haciendo que muchos voltearan a verlo, pues
daba un aura de elegancia. Al mismo tiempo, había algunas mujeres en sus mesas no podían apartar
la mirada de aquel apuesto hombre. Cabe mencionar que Anastasia se volvió en la envidia de varias
mujeres, lo cual experimentaba de manera frecuente con Elías desde que llegó a su vida. En seguida,
Anastasia lo siguió hacia el auto. Estaba orgullosa de abrir su auto con sus llaves. No obstante, vio
que Elías caminó hacia el asiento del copiloto. —Presidente Palomares, ¿por qué se va a sentar ahí?
Tienes que ayudarme a manejar de regreso. —No, vas a conducir por tu cuenta—Elías abrió la puerta
del auto dándole una respuesta indiferente a Anastasia. — ¡Espera un segundo! ¡Vamos de regreso a
la ciudad!—Anastasia sintió que la ansiedad la comía viva, pero al ver al hombre en el asiento del
copiloto sólo se limitó a dar un pisotón y aceptar lo que debía hacer. Luego vio al hombre abrocharse
el cinturón y agarrarse fuerte de la agarradera del auto, como si les tuviera fobia a las mujeres que
conducían. Con esto, Anastasia jugó a asustar a Elías. —Agárrese fuerte, presidente Palomares. Su
nueva conductora está por pisarle a fondo. —Deja de jugar y pon atención al camino—Elías ladeo su
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmcabeza dándole a Anastasia un regaño y presionándola por manejar de manera seria. Anastasia
empezó a andar en la carretera con nerviosismo, el cual se alargaba desde la costa hacia la ciudad.
En primera instancia, estaba conduciendo de forma cómoda en el poco tráfico, pero a medida que
había más autos y más tráfico ella comenzó a sentirse más inquieta y estresada. Fue tanto así que las
palmas de sus manos y su frente comenzaron a sudar. Al llegar a la zona urbana, Anastasia no pudo
evitar mencionar de forma ansiosa: — ¿Por qué la gente detrás de mí sigue apresurándome? ¿Voy
por el carril incorrecto? Presidente Palomares, ¿me puede decir cuándo debo cambiar a otro carril?
¿Por qué el auto de enfrente va tan lento? Incluso una tortuga va más rápido. Y ahora, ¿cómo paso a
este auto? ¿Por qué me estás apurando, imbécil? Sé bueno con los nuevos conductores, por favor. A
medida que Anastasia perdía el temperamento, el hombre a su lado le seguía recordando que
mantuviera la calma. —Mantente tranquila cuando conduzcas. — ¿Qué está haciendo? Si no hubiera
pisado el freno a tiempo, hubiera chocado con él—dijo Anastasia frustrada. Luego de unos cuantos
momentos, un auto deportivo rebasó al de Anastasia haciendo que se impresionara tanto que le dio el
volante a Elías, el cual la miró con confusión.