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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 149
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Capitulo 149

– Senorita Torres? La señorita Heredia la espera –

comentó una empleada cuando se le acercó a Anastasia

–Esa soy yo –asintió estando de acuerdo con una sonrisa.

– Por favor, sigame –respondió la empleada con un gesto de invitación.

Después de entrar al lugar, Anastasia miró a Lidia con otra mujer, ambas estaban sentadas en la mesa u

bicada por la ventana, se encontraban platicando justo en ese momento; con solo echar un vistazo, fue

obvio para Anastasia que la otra mujer era tan rica como Lidia y estaba vestida para denotar el mismo e

status.

–iAh, la diseñadora llego! ¡Por favor, tome asiento! Traiga el café–

ordenó Lidia a la empleada, la cual asintió de inmediato. Anastasia apenas se había sentado cuando pu

sieron la taza de café frente a ella, por lo que volteó a ver a Lidia.

–Gracias por el café, señorita Heredia.

De nada. Entonces, ihablemos del diseño! Quiero encargar joyas de compromiso para mi, algo que ben

eficie mi estatus. Espero que no me defraude.

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– Por favor, comparta sus opiniones conmigo, tengo demasiados estilos de donde escoger para usted –

dijo Anastasia agarrando sus documentos.

–Eh, aquí la clienta soy yo. Lo que quiero es su diseño. ¿Cuál es el punto de hacerme escoger?

–Aún tengo que saber qué es lo que le gusta a usted para tener una idea del diseño.

Lo que me gusta es algo único, hermoso y que se ajuste a mi temperamento. El resto lo decide usted; a

parte, ¿no sabes cómo investigar lo que me gusta? ¡Puedes buscarme en la red! –

exclamó Lidia, mientras se reclinaba de forma perezosa contra su asiento y con una mirada arrogante e

n su cara.

II

CZOS

Por unos segundos, una Anastasia se quedó pasmada y observó a Lidia, pero ahora, por fin lo había ent

endido: ella no tenía ningún deseo de dar alguna indicación o comunicar una

idea para el diseño, más bien, queria era que Anastasia inventara un diseño de la nada que

fuera satisfactorio para ella.

Lo siento, señorita Heredia. Me temo que no puedo aceptar su encargo. Por favor, ibusque a otro diseña

dor! –

anunció sin deseo alguno de seguir ahí. Después de todo, no se ganaria el dinero de Lidia, por mucho q

ue se esforzara. Justo cuando Anastasia tomó su bolso y estaba a punto de levantarse, la mujer que est

aba a lado de Lidia la miró con desdén.

–¿Qué clase de actitud es esta? Todos los diseñadores de Burgués

son así? Es claro que hoy aprendi algo nuevo.

¿No sabes que ya firmé un contrato con tu compañía, Anastasia Torres? Si no lo diseñas para mí, puedo

demandar a tu compañía por incumplimiento de contrato. ¡Escuché que pagan bastante por eso! iTres v

eces el depósito! Y di un depósito de un millón –

declaró Lidia arrogante a espaldas de Anastasia. Esto ocasionó que ella se parara en seco, pues estaba

claro que le iba a

complicar las cosas, por lo que se dio la vuelta y le propuso algo.

Si usted está dispuesta a tener una conversación conmigo, señorita Heredia, podemos continuar trabaja

ndo juntas.

– Estamos teniendo una conversación!

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–Me refiero a una seria y sincera –respondió con frialdad.

Soy tu clienta, anastasia. ¿Cómo es posible que me hables en ese tono? ¿No te preocupa que presente

cuestionó Lidia con algo de coraje, a lo que la otra se volvió a sentar y la miro directo a sus arrogantes oj

Por supuesto que tiene el derecho de presentar una queja sobre mí, si hay alguna parte en la que no cum

–Déjame ser clara, entonces. Deja a Miguel o Burgués. Escoge uno –sonrió con frialdad.

Me temo que usted no tiene la autoridad para hacer que renuncie a Burgués, ya que ese es el trabajo de

respondió Anastasia sin poder evitar que eso le causara gracia.

–Entonces, me encargaré hacer imposible que te quedes en el mundo del diseño –

pronunció Lidia con desdén–. No subestimes lo que puedo hacer.

–Eres Anastasia Torres, ino? –preguntó la mujer de al lado con arrogancia

—. Solo necesitamos difundirlo al mundo para que toda la clientela de clase alta deje de contratarte o que

–iIncumplimiento de contrato será! Le tendré listo el recibo una vez que regrese a Burgués –

anunció anastasia con una sonrisa, pues no era alguien fácil de intimidar.

¿De qué presumes, Anastasia Torres? Siquiera tienes el capital para hacer eso? Y una cosa antes de qu

gritó Lidia. Anastasia, decidida, se levantó y camino hacia el mostrador para hacerle una pregunta a la e

–¿Cuánto cuesta mi café?