Capítulo 111
La mayoría del personal comenzó a beber
alcohol después de que se sirvieran los platillos. Cada uno de ellos era relativamente joven, por lo que e
staban preparados para embriagarse esa noche e incluso hubo algunos que contrataron conductores pe
rsonales.
– Salud, Anastasia! –
Uno de los diseñadores masculinos que estaba sentado del lado contrario a ella se paró.
–Claro. Gracias. — Ella sostuvo su vaso
en alto y no esperaba que todas las demás personas chocaran los suyos con el de ella, pero todos esta
ban de un buen humor esa noche; por ese motivo, ellos fueron rápidos en hacer que Anastasia se convir
tiera en el objetivo de la borrachera.
–iMás cerveza para Anastasia! –exclamó alguien.
–iTienes que beber con nosotros, Anastasia! ¡Por lo menos un traguito! – Otra persona grito.
– Todos lo demás chocaron vasos contigo, Anastasia. Me sentiría mal si yo no lo hiciera. Toma, isalud! –
Una más dijo.
Ella no llevaba mucho desde que llegó a la empresa, por lo que se sintió presionada en llevarle la corrie
nte a los todos, en especial cuando la mayoría del personal ya llevaba tiempo ahí. Ella perdió la cuenta
de cuántas cervezas se tomó para el punto que chocó vasos con todos.
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asos CO
– Muy bien, deténganse. iChicos, Anastasia tiene que regresar a casa para cuidar a su niño! –
Por fin, Fernanda interfirió y todos se relajaron un poco después de eso. Para ese punto, Anastasia ya h
abía bebido unos cuantos vasos incluso antes de que tuviera la oportunidad de probar su comida; ella c
olocó la palma de su mano sobre su frente debido a que pudo sentir cómo se ponía borracha.
TIZIO
сото:
–¿Te encuentras bien, Anastasia? —preguntó una persona.
– Me siento un poco mareada, así que creo que tendré que detenerme por un rato. –
Ella agito su mano para luego agachar su cabeza y alzar sus manos para hacer un gesto de rendición.
En ese momento, el teléfono de Fernanda sono; ella le dio un único vistazo al identificador de llamadas
para luego contestar al instante.
–Hola, presidente Palomares.
–¿Todos ustedes están comiendo ahora mismo? ¿Anastasia se encuentra ahí? —
preguntó el hombre con una voz profunda.
DIT
–
Por supuesto que está aquí. Esta cena es para celebrarle a ella, le gustaría acompañarnos, presidente
Palomares? —preguntó Fernanda con una sonrisa.
–No, gracias. –Elías solo estaba preguntando.
–Los demás hicieron que ella
bebiera bastantito, así que está un poco borracha en este momento. Creo que tendré que enviarla a cas
a dentro de poco –le explicó Fernanda.
–¿Ella está borracha?—En la voz de Elías había cierto rastro de preocupación.
–¿Se encuentra libre como para venir a recogerla, presidente Palomares? – le preguntó.
– Claro. Mándeme su ubicación –le ordenó.
–iMuy bien! ––
Fernanda lo hizo tan pronto como terminó la llamada. Anastasia se encontraba sentada cerca de ella cu
ando giró su mirada, pero un rastro de envidia surgió dentro de su mirada, pues Fernanda podia ver que
Elías en verdad se preocupaba por ella después de hablar con él por teléfono. Aun así, Anastasia no te
nía conocimiento alguno sobre eso, ella estaba descansando su mentón sobre la palma de su mano mie
ntras que observaba cómo dos de los miembros masculinos participaban en juegos de tragos.
–Deberías comer un poco más Anastasia. Te llevaré a casa dentro de un rato –
le dijo Fernanda. Ella asintió y comenzó a probar unos cuantos de sus platillos favoritos; sin embargo, s
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmu estómago estaba lleno por todo ese alcohol. No sintió nada cuando bebió hace poco, pero su embriag
uez empezó a afectarla después de un rato. Ella se paró para caminar hacia los lavabos cuando la azot
ó un golpe de mareos; sentia como si estuviera caminando sobre nubes y no podía pararse derecha en
absoluto.
–¿Cómo te sientes, Anastasia? ¿En verdad estás borracha? – Fernanda la sostuvo de prisa del brazo.
–Estoy bien. No estoy borracha, no lo estoy. —
Anastasia sacudió sus manos por doquier. Las personas que se embriagaban eran particularmente tercas
«Llévela afuera». Sus órdenes fueron simples.
«Entendido. Saldremos dentro de poco». Le respondió. Después de eso, Fernanda volteó hacia Anastasi
–Haré que alguien te lleve a casa en este momento, Anastasia.
– Claro! —ella asintió.
«Debería regresar a casa ahora y necesito ponerme sobria. De lo contrario, como
se supone que cuide de mi hijo?». Pero no sabía quién era su conductor y solo supuso que Fernanda ha
A Anastasia le ayudó Fernanda
para que saliera del restaurante y ella se dio cuenta al poco tiempo que había un Rolls–
Royce negro y brilloso estacionado a un lado de la carretera. La pintura negra lucía mucho más relucient
Anastasia permitió que Fernanda la ayudara a entrar al asiento trasero del auto, pero todavía suponia pa
que sería llevada a casa por un chofer de la empresa. Despues de que Fernanda cerrara la puerta, ella g
dirigirse al conductor con un tono cortes.
–Hola. Me puede llevar a la residencia Meranti en la calle Dulcam, gracias.