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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 5
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Capítulo 5

Mikhail despertó unas horas después, estiró los brazos buscando a Katia, y las sábanas frías le dijeron

que hacía rato que se había levantado. Fue al baño, miró la rendija y vio la luz encendida, tocó la

puerta.

-Katia, ¿estás ahí?

Al no obtener respuesta entró, no había nadie en el baño. Una toalla manchada de sangre lo alarmó,

miró sus manos y su cuerpo y descubrió restos de sangre en su ingle y en su mano derecha.

-¿Qué demonios ocurrió aquí? -preguntó para sí mismo, mientras lavaba la sangre de su cuerpo. Volvió

sobre sus pasos y encendió la luz de la habitación. Asustado, vio la mancha de sangre en la cama y en

la toalla con la que se había limpiado después de haber hecho el amor con Katia. Salió de la habitación

buscándola por el apartamento, no estaba, miró el aparador y vio que las llaves de su coche seguían

ahí, un objeto llamó su atención; era un estuche de lentes de contacto, lo tomó en sus manos y lo abrió.

Las lentes eran decorativas, de un tono oscuro, extrañado, se preguntó por qué Katia querría oscurecer

sus ojos si generalmente las chicas utilizaban las lentes para aclarar su color.

Estaba preocupado por ella, había mucha sangre en su cama, ¿le habría bajado el período y por eso se

marchó? Recordó su grito cuando la penetró y la resistencia que encontró al principio y otra opción llegó

a su cabeza. ¿Era virgen? Si lo era, ¿por qué no se lo dijo? Esperaba no haberla lastimado mucho,

había sido un egoísta, pero había estado muy excitado pensando que había encontrado una mujer cuya

pasión igualaba a la suya y ahora se había marchado. Esperaría hasta el día siguiente para empezar a

buscarla, quería respuestas y quería recuperarla.

***

El repique de su móvil lo desperto de un sueño profundo, pensando se había dormido al amanecer,

tomó el teléfono para ver quien llamaba, era Konstantin. ¡Maldición! Había olvidado lo de la propuesta

de matrimonio que haría a Gema. Su intención había sido pasar por la galería de arte, saludar al artista

y después, ir a Picadilly Circus a apoyar a su hermano, ya que el sitio quedaba a pocas manzanas de

distancia. Pero quedó prendado de Katia y en lo único que pensó fue en llevársela con él. Apresurado,

respondió la llamada. -Konstantin, hermano, perdona mi… -No pudo terminar su excusa cuando se vio

bruscamente interrumpido.

-¿Has visto la prensa hoy en la mañana? -preguntó Konstantin sin saludarlo. -No. ¿Qué sucedió? -

replicó alarmado.

-Debiste haber tenido más cuidado con tu prometida, su padre puede querer tomar acciones contra ella

o contra ti. Ivanna y Katerina te despellejarán vivo y Gema no se quedará atrás.

-¿Por qué? Asumí que el compromiso estaba roto, ya que Jelena ni siquiera se ha dignado a llamarme.

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¡Tres años han pasado desde la última vez que la vi! Ahora que encuentro a alguien

que me gusta, resulta que sí estoy comprometido –estaba furioso, no iba a permitir que le hicieran sentir

culpable por haber estado con Katia.

– Joder, hermano! ¿No sabes a quien te llevaste a la cama anoche? -casi le gritó Konstantin. -¿Qué

quieres decir? -preguntó Mikhail con seriedad. – La mujer con la que dormiste anoche no es, nada más

ni nada menos que Jelena, tu prometida. – El silencio que había en la línea telefónica preocupó a

Konstantin-¡Maldición! į Mikhail, sigues allí? -Sí, ¿por qué dices eso? -preguntó con suavidad. -Porqué

salió en la prensa amarilla una foto de ustedes entrando en tu edificio muy acaramelados, seguida de

otra de ella saliendo sola, un par de horas después, con el vestido roto, cara de bien follada y luciendo

en su mano el anillo de compromiso que le diste en su fiesta de dieciocho años.

Mikhail estaba furioso, no supo ni que le contestó a Kosntantin para terminar la llamada. Se levantó de

la cama y se dirigió al baño a asearse, tendría que salir a buscar a su esquiva prometida y exigirle una

explicación, aunque lo que tenía ganas era de retorcerle el cuello. ¿ Qué sentido tenía engañándolo

así? ¿Hacerlo quedar como un tonto? Su teléfono comenzó a sonar, era Alexander, su hermano, no

contestó, siguió sonando mientras él se bañaba y vestía, no lo apagó con la esperanza de que Jelena lo

llamara. Lo llamó Dimitri, Katerina, Ivanna, Gema y hasta su futuro suegro Iván Smirnov. No hablaría

con nadie hasta haber hablado con Jelena. La llamó muchas veces y su teléfono estaba apagado.

Cuando estuvo listo se marchó a casa de Ivanna, la hermana mayor de Jelena, era hora de dar la cara.

Mientras conducía a su casa no pudo dejar de recordar cómo fue que accedió a casarse con

Jelena Smirnov.

***

-¿Quieres compromete a tu hija con el hijo de Motka Ivankov?

Dimitri estaba furioso, en su mente no podía concebir como un hombre podía ser tan mal padre. Pensó

en su propio progenitor y meneó la cabeza. Vladimir también había tomado decisiones basadas en su

propio beneficio de manera cruel y egoísta, por lo que no sabía de qué se extrañaba de que Ivan

Smirnov hiciera lo mismo con su hija más pequeña.

-No con Sergei, su hijo mayor, si no con el chico, Mikhail, él no será jefe, pero tendrá la ventaja de que

disfrutará de los beneficios del dinero y la posición. Mi Jelena tendrá una buena vida con él.

-Nadie en la Bratva está excepto de la violencia y tú quieres meter a tu hija en ese mundo. -Si vine a

hablar contigo es porque no quiero ofenderte, estoy respetando el acuerdo que llegamos con Katerina.

Solo vine aquí en busca de tu aprobación.

-Pues no lo tienes, nunca daré mi aprobación para que comprometas a tu hija con alguien de la mafia.

¡Por Dios, Iván! ¿Qué edad tiene tu hija? ¿Trece? ¿Catorce años? -preguntó Dimitri exasperado.

– Tiene trece años… -Déjala crecer -gritó Dimitri

-Necesito sacarla de mi casa, sabes que me volví a casar y mi esposa está harta de que Jelena le reste

autoridad, cree que es la madre de Karen. Además, Anika tiene otra hija que se la lleva muy mal con

ella.

-Tú eres el único culpable de eso. Tu hija es Jelena, no la hija de tu mujer.

Ivan ignoró la respuesta de Dimitri.

-Si no me dejas comprometerla con el chico Ivankov tendrás que buscarle un prometido a quien

entregársela, alguien poderoso. Quiero un trato como el que hice con tu padre para Ivanna, que se la

lleve y la termine de educar para ser esposa.

-Está bien, acepto, se casará con Mikhail, pero no con el hijo de Ivankov, sino con mi hermano, me la

entregarás a mí, la llevaré a Inglaterra para que estudie. -Es lo mejor, un internado la formará.

-No irá a ningún internado, se quedará con sus hermanas, bien sea con Ivanna o con Katerina.

-Prefiero el internado…

-Y yo prefiero no tener tratos contigo -interrumpió Dimitri -pero ninguno de los dos conseguirá lo que

quiere, así que ve a tu casa y tráeme a la niña.

Iván apretó los labios simulando un gesto de rabia, pero en el fondo había logrado su objetivo, se

sacaría a Jelena de encima y la casaría con uno de los Kuznetsov. Mientras más relación familiar tuviera

con ellos menos se atreverían a meterse en sus negocios.

-Está bien, tú gana -fue la respuesta de Iván.

«¡Maldición! Tengo que hablar con Mikhail lo antes posible», Dimitri pensó con rabia. Odiaba tener que

faltar a la promesa que Alexander y él les habían hecho a sus hermanos menores de que nunca

tendrían matrimonios concertados, pero no podía permitirle a Iván dañar a su hija. Fue lo único que les

había pedido Katerina tres años atrás.

Y él no tenía corazón para negarse. Agradeció que su hermano Mikhail estuviera en Rusia visitando a

sus tías, esperaba que llegara a la casa antes de que lo hiciera Iván con la niña.

***

-¿Me has vuelto a concertar una boda? -preguntó Mikhail a su hermano Dimitri

Su cara reflejaba asombro. Tenía veintitrés años, se había graduado con honores en Oxford y en ese

momento combinaba su postgrado de Comercio Internacional con un trabajo en el consorcio de la

familia en Inglaterra. Pensaba que, al morir su padre, no tendría una boda arreglada, Alexander y él

mismo Dimitri se lo habían prometido.

– La chica es Jelena Smirnov, la hermana menor de Katerina y de Ivanna, a petición de Katerina he

mantenido un ojo sobre su familia. Su padre se volvió a casar hace poco más de un año y a su nueva y

joven esposa le molesta su hijastra. Él quería comprometerla con Mikhail

Ivankov…

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-¡Por Dios! ¿El hijo de Motka Ivankov? ese chico es un psicópata y de seguro la matará.

-Lo sé, Iván es una basura que no merece los hijos que tiene. Vino a solicitar mi autorización fue porque

esa es una de las condiciones que, a petición de Katerina, le pusimos para seguir apoyándolo en sus

negocios. Por supuesto se la negué, pero temo que seguirá intentándolo hasta dar con alguien

poderoso, con quien yo no pueda objetar, o que lo haga a escondidas. Por lo que le dije que tú te

comprometerías con ella y se casarían cuando Jelena tuviera la mayoría de edad.

Mikhail se presionó el puente de la nariz, pensando.

-No puedo negarme, es la hermana de Katerina y haré cualquier cosa por hacerla feliz – declaró Mikhail

–aunque ella nunca dijo nada, sé que papá la maltrataba.

-Pensé que no lo sabías -Fue la respesta de Dimitri.

-Una vez la encontré llorando en el jardín, al verme sus ojos entraron en pánico, trató de ocultar su cara,

pero yo ya había visto el moretón de su mejilla -explicó el joven.

-Alexander y yo no nos dimos cuenta de eso hasta mucho después. – Katerina es tan noble que nunca

habló mal de papá.

-Sí, Papá hizo sufrir mucho a esas hermanas y, en compensación, quiero entregarle a su hermanita para

que la eduquen. En unos años resolverás si te casas o no con ella, será tu decisión, nosotros no te

obligaremos. Lo que en realidad deseo en este momento es quitársela a su padre hasta que cumpla la

mayoría de edad y no pueda obligarla a hacer su voluntad, que la chica sepa que tiene familia que la

apoya.

Mikhail suspiro mirando al techo, el compromiso tenía sentido. Quería mucho a Katerina e imaginaba lo

que debió sufrir al ser obligada a casarse con su padre siendo una adolescente, también tenía la certeza

de que su papá la había maltratado.

Recordó la ocasión se había adentrado en el jardín de la casa y la encontró llorando. Estaba sentada en

un banco con las manos cubriendo su rostro, sus sollozos eran desgarradores. Cuando le habló,

Katerina levantó su cara y se secó las lágrimas desesper sorprendió al ver el pánico en su mirada y el

moratón de su mejilla. Sospechaba que no era la única vez que la había golpeado. Al morir su padre,

Katerina casi se desmaya y, al socorrerla, se agito desesperadamente por el dolor, más tarde le dijo que

se había caído de unas escaleras en la biblioteca. Mikhail no tenía pruebas y no quiso incomodarla más

preguntándoselo de nuevo. Por eso siempre fue afectuoso con ella y trató, en la medida de lo posible,

de protegerla. -¿Cuándo conoceré a mi prometida? -preguntó resignado. -Él la traerá en cualquier

momento, quiero hacer esto lo antes posible.

-De acuerdo, hermano, tú ganas, pero me deben una y me la cobraré.

El honor lo hizo aceptar, sin embargo, intentaría sacar un poco de provecho de la situación. Quería que

Dimitri le diera más responsabilidades en el negocio familiar, pero ante sus quejas, su hermano siempre

le respondía que debía aprender a caminar antes de correr.

-Solo si te dejo, hermanito -replicó Dimitri, burlándose.