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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 27
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Capítulo 27

Su grito resonó en la estancia, asustada se giró a mirar a su marido y lo encontró sentado en uno de los

sillones al lado de la chimenea, había estado mirándola en la oscuridad. Vestía un traje formal lo que le

daba un aspecto ligeramente distante y amenazador. Su mirada lo devoro, le había extrañado, a pesar

de que no quería reconocerlo ante sí misma. En los dos meses que habían transcurrido desde su

matrimonio se había acostumbrado a vivir con él, a

dormir a su lado, a que le hiciera el amor todas las noches, a sus costumbres.

Estaba guapísimo, tenía un rastro de barba que le indicaba que llevaba algunos días sin afeitarse. A

medida que se miraban a través de la habitación sintió un poco de nerviosismo cuando vio que la rabia

endurecía sus facciones, sus hermosos ojos verdes destilaban fuego, aclarando su mirada hasta un

tono de verde casi felino. Un vaso de whisky reposaba en su mano, eso la sorprendió, Mikhail bebía

muy poco, alguna copa de vino con la comida. Su postura era rígida, la examinó de arriba abajo sin

pronunciar palabra, nerviosa retrocedió un paso hacia el interior del aseo.

-No…, no…, no sabía que estabas en casa, no me lla… llamaste -tartamudeó ante su mirada. -Quería

darte una sorpresa, llegué al mediodía y he estado llamándote, pero tu móvil sonaba apagado. – Yo…

estaba con Rania y me quedé sin batería, ella me trajo. -Sí, vi cuando llegaron, tu buena amiga Rania

siempre está allí cuando la necesitas, ¿no? -Sí, es una muy buena amiga.

La mente de Jelena giraba buscando una excusa. No quería hablar en ese momento, sus defensas

estaban muy bajas, se pondría a llorar como una niña y necesitaba de toda su fortaleza para explicar lo

sucedido, para contarle de su embarazo y poner las condiciones. Tenía que levantar sus barreras para

no quedar indefensa ante Mikhail, para no dejarse avasallar por él.

-¿Y qué hicieron Rania y tú todo el día? -preguntó suavemente Mikhail.

-Almorzamos, fuimos al spa y luego de compras, se nos hizo tarde caminando por ahí por lo que

decidimos cenar. No pensé que hubieras llegado, no me llamaste para confirmar tu regreso. -Mintió

descaradamente, sin pensar, solo sabía que en ese momento no podía contarle todo lo sucedido.

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-Antes de irme te dije que regresaría hoy. Una buena esposa estaría en casa esperando el regreso de

su marido.

–No soy una buena esposa entonces, mi vida no estará supeditada a la tuya -indicó levantando la

barbilla con arrogancia. –No, no lo eres -dijo cruelmente-. No eres más que una puta mentirosa.-La rabia

carcomía su mirada.

-¡Cabrón! No permitiré que me insultes, no soy una puta. Era virgen cuando estuve contigo, así que no

tienes argumento para llamarme así.

– Tenías el himen intacto, pero a saber por cuántas camas habrás pasado. Tenía la sospecha de que tu

vida no había sido tan recta como la de una novia prometida. Lo comencé a sospechar cuando

estuvimos en tu universidad y escuché a un hombre llamarte calientapollas, me dije a mí mismo que no

era cierto, que no te ofendería a ese punto, pero la duda ya estaba sembrada. Una virgen no se

comportaría en la cama como tú lo hiciste esa primera vez.

-¡Maldito! No te escuché que te quejaras esa vez, estabas loco de deseo -gritó Jelena en respuesta.

-Después, las insinuaciones de Benjamín y la familiaridad con la que te trataba me hicieron dudar-

continuó hablando implacablemente, ignorando sus palabras.

-Estabas celoso, yo no tengo la culpa de tus celos. Benjamín es un maldito enfermo que se juntó con la

puta de tu secretaria para hundirme, y tú, en vez de apoyarme me has dejado a un lado. Si no es por mi

intervención ella seguiría trabajando en la empresa a pesar de haberme lastimado e injuriado.

-Te dije que dejaras a Beatriz fuera de esto, pero hiciste que Dimitri la despidiera cuando ella lo único

que ha hecho ha sido tratar de defenderme, me ha sido leal, cosa que no puedo decir de ti. Eres una

cualquiera, una puta, pero eres mía y te juró que aprenderás a comportarte.

-Puedo ser tu esposa, pero no soy tuya. No tienes motivos para dudar de mi integridad, esta ofensa no

te lo perdonaré nunca.-Enfurecido, Mikhail la agarró por el brazo arrastrándola hasta la cama. Al llegar

allí la empujó hasta que quedó medio recostada, se cernió sobre ella, su nariz casi tocaba la suya.

-¿Dices que no tengo motivos? ¿No es esto motivo suficiente?-susurro con rabia poniendo en su mano

su móvil.

La primera fotografía le impactó, horrorizada, las fue pasando una a una. En todas aparecía desnuda,

en poses sugerentes, en la cama con un hombre al que no se le veía la cara. Pero ella sabía que era

Benjamin, tocándola, besándola, estrujando sus senos. Había una en la que parecía que estaba

penetrándola, pero gracias al examen sabía que no era así, sin embargo, la náusea subió por su

garganta. Sabía que le había tomado fotos sugerentes, pero no las vio en la estación de policía. Se

sentía violada, avergonzada.

Cuando Jelena levantó su mirada, Mikhail vio el dolor y la vergüenza que sentía, pero su corazón se

había endurecido ante la traición sufrida, no sentiría compasión de ella, no le importaba lo que sentía,

bastante tenía con su propio dolor.

-Eres una zorra inmoral, una cualquiera que no merece compasión, pero hice una promesa, prometí que

me ocuparía de ti…

-¡No! No es lo que tú piensas, déjame explicarte lo que pasó -derrotada, dejó caer las lágrimas que

había estado conteniendo desde que despertó en esa habitación del hotel.

-No me interesa oír tus mentiras, todo lo que sale de tu boca es falso. Desde el día que te conocí no has

sido más que una malcriada que solo quería hacer su voluntad. No quiero mirarte más, no quiero ver tus

lágrimas. Si crees que vas a poder manipularme con ellas no lo lograrás.

-Por favor, Mikhail, escúchame -rogó llorando.

-¡No! Tu tiempo se acabó, pensé en hacer una vida contigo, pensé mucho durante el viaje y

había llegado a la conclusión de que tenías miedo de volver a casa y lo entendí, al final lo entendí.

Llegué hoy aquí dispuesto a darnos una oportunidad, a proponerte un viaje de luna de miel, a poner mi

corazón en tus manos, ique idiota! Mientras yo pensaba en un futuro a tu lado, tú estabas revolcándote

con ese hombre. Las palabras, dichas con la frialdad del hielo, estremecieron a Jelena, todo el control

que había logrado reunir se rompió, dejándola con sus emociones al desnudo. No sabía qué hacer ni

qué decir, nunca pensó que Mikhail la acusaría, pensó que, con lo caballero que era, iba a apoyarla.

Que trataría de que se hiciese justicia en su caso y que Benjamín pagara por lo que le hizo. Pero no

tuvo tiempo de contarle lo que había ocurrido, alguien le había enviado las fotos y ahora él pensaba que

le había traicionado, que era una adultera sin moral. – Te lo ruego, Mikhail, déjame explicarte -pidió por

última vez -No, no quiero seguir escuchándote, ten un poco de dignidad y asume lo que hiciste.

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Las náuseas que venía conteniendo subieron por su garganta, corrió al baño y, entre sollozos, arqueó

repetidamente sobre el inodoro, no tenía nada en el estómago que vomitar. Había perdido totalmente el

control.

Largo rato después, cuando pudo reunir un poco de serenidad, y pensando que Mikhail se había

marchado, intentó levantarse y se sintió muy mareada. Tambaleante, caminó hasta su habitación, se

sorprendió al ver a su esposo sentado en la cama, esperándola.

-¿Terminaste?-preguntó con una sonrisa sardónica-. Cada día me sorprendo más de tus dotes de actriz.

Sus palabras hicieron que tratara de enderezar su espalda, su orgullo vino al rescate, pero el mundo

seguía dando vueltas a su alrededor hasta que perdió la batalla y todo se oscureció antes de perder el

sentido.

Unos minutos después despertó en su cama, su mente estaba en blanco, se sentía muy cansada y trató

de relajarse. Hasta que, de repente, el recuerdo de todo lo que había sucedido volvió como una

avalancha, provocando una nueva ola de sollozos. Giró sobre sí misma para acurrucarse y llorar. La voz

de Mikhail volvió para atormentarla.

-Prepara tu maleta, mañana saldremos a Rusia. Te dejaré con tu padre hasta que aprendas a

comportarte como una mujer decente. Hasta entonces no volverás a poner un pie en Inglaterra. –Fueron

sus crueles palabras, dichas con una voz que denotaba odio.

Jelena estaba en estado de shock, todos sus miedos estaban resumidos en sus palabras. ¿Volver con

su padre? De seguro Mikhail se divorciaría de ella por lo que Iván y Anika harían de su vida un infierno.

Sabía que Karlen volvería a Rusia para estar con ella ¿Y si su padre quería casarla de nuevo?, ¿o

castigarla usando a Karlen?, ¿quedar de nuevo la merced de su padre? ¡No!, ¡no!, i no! Mikhail debía

odiarla mucho para imponerle ese destino. Podía entender su rabia porque creía que era una adultera,

sobre todo cuando tenía en su poder las fotografías que la incriminaban, ¡Oh, Dios! Si tan solo no le

hubiese mentido.

Se imaginó a Mikhail mostrando sus fotos a la familia para justificar que la hubiese devuelto a Iván

.Aunque una vocecita le decía que Mikhail nunca la expondría de esa manera, el miedo era un potente

enemigo que la impulsaba a actuar. Además, debía pensar en su bebé, ese pequeño ser que crecía en

su interior, que no tenía la culpa de sus errores. Su hijo tenía el derecho a nacer libre y sin estigmas,

pensó en cuáles eran sus opciones y llamó a la única persona capaz

de ayudarla.