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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 14
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Capítulo 14

Mikhail le quitó las llaves de su mano, abrió la puerta y le cedió el paso, una vez dentro pasó la llave a la

cerradura encerrándolos en el apartamento, la tomó de la mano y la guió a la habitación. En el

dormitorio, la miró a los ojos, luego bajó la mirada hacia sus labios, lentamente descendió sobre su boca

y la besó suave y tiernamente. Jelena quiso profundizar su beso, sumergirse en el deseo que le corroía

las entrañas, pero Mikhail la tomó por los hombros, separándola. Su mirada reflejaba un mundo de

sentimientos que no supo interpretar, lo que la puso muy nerviosa. Trató de lanzarse sobre él, recurrir al

deseo, que solo pensara en sexo intenso y apasionado, pero Mikhail la detuvo. – No, Jelena, déjame

amarte. Jelena no supo qué contestar, su pecho se apretó ante una miríada de sentimientos que no

quiso analizar, bajó sus ojos hacia los botones de su camisa y asintió con la cabeza. Mikhail volvió a sus

labios, con besos largos y profundos fue quitando cada una de sus prendas de vestir, la levantó en

brazos y la deposito en la cama, se quitó su ropa dejándola caer al suelo, se recostó sobre ella y volvió

a mirarla a los ojos. -Tienes los ojos más hermosos y expresivos que he visto en mi vida -dijo con voz

ronca. Jelena se ruborizó, Mikhail volvió a su boca y la besó largamente, puso innumerables besos entre

su cuello y sus pechos, besó cada parte de sus senos sin llegar a tocar los pezones. La estaba

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volviendo loca mientras él continuaba sin prisas amando cada parte de su cuerpo. Sus besos

continuaron descendiendo por sus caderas, vientre, esquivó su pubis y bajó por su pierna derecha hasta

llegar a su empeine, pasó a su pierna izquierda y empezó su lento ascenso. En el momento en que iba

por la rodilla, sintió las manos de Jelena tratando de alcanzarlo, quería tirar de él para que cubriera su

cuerpo, pero Mikhail aprisionó sus manos en la cama, inmovilizándola y siguió su ascenso. Se

encontraba entre sus piernas, besando la cara interna de su muslo, cuando ella, impaciente, le rogó:

-Mikhail, por favor, te necesito.

Él simplemente ignoró su ruego y siguió ascendiendo lentamente. Al llegar de nuevo a su pubis, pasó su

lengua por encima del clítoris que sobresalía hinchado, provocándole un grito. Continuó su ataque

suavemente, la constancia de su lengua la desesperaba y la excitaba a partes iguales, sintió su

orgasmo construirse en su vientre. -Por favor, por favor -rogó-, entra en mí.

Sus manos la mantuvieron sujeta mientras su lengua aumentaba la intensidad de su caricia, la sintió

ponerse rigida y con un grito ronco se rindió a él. Mikhail ascendió por su cuerpo y besó sus labios,

lentamente fue entrando en ella, disfrutando de su cuerpo apretado y de los gemidos que provocaba con

sus movimientos. Sus embestidas eran lentas y profundas, cada roce de su cuerpo la acercaba a un

nuevo orgasmo.

Sus gemidos aumentaron de intensidad hasta que finalmente quedó suspendida en una especie de

limbo donde todo comenzaba y terminaba con Mikhail. Sintió el cambio de sus penetraciones que,

aunque continuaron siendo profundas, ahora eran más rápidas, de repente todo estalló a su alrededor

arrasando sus defensas y sentimientos, sus lágrimas brotaron

empapando sus sienes mientras lo sentía latir en su interior.

Poco tiempo después Mikhail regresó con una toalla húmeda, la encontró en posición fetal dándole la

espalda, la giró hasta colocarla boca arriba. Jelena tapó su cara con el brazo y dejó que abriera sus

piernas y la limpiara. Debía recomponerse, se sentía emotiva y vulnerable, todo lo que no podía

permitirse con él. Mikhail fue al baño a dejar la toalla y cuando regresó la encontró en la misma posición

que la vez anterior, se acostó a su espalda y la apretó contra su pecho depositando un suave beso en

su cabello.

-¿Estás bien? -preguntó en un susurro. -Sí, por supuesto, tengo un poco de sueño. Pensativo, se

acurrucó contra su espalda. Después de haber regresado de la universidad Mikhail se había duchado,

por lo que se sentó en el escritorio de Jelena mientras ella tomaba un baño. Estaba mirando las noticias

en su móvil mientras apretaba una pelota antiestrés que encontró encima de la mesa. Un mensaje de

Beatriz entró, dejó el juguete donde estaba o por lo menos eso intento, pero la pelota rodó, cayó del

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escritorio y se deslizó debajo de la cama. Maldiciendo fue por ella, tuvo que apartar varias cajas antes

de encontrarla. Una grande con su nombre llamó poderosamente su atención, no le gustaba husmear,

pero esa caja lo llamaba. «Tiene mi nombre, ¿qué será?», pensó. La abrió, había varios cuadernos con

fechas, tomó uno al azar y hojeó sus páginas. Eran una especie de diarios, no pudo leer casi nada,

porque Jelena saldría pronto del aseo, pero lo que llamó poderosamente su atención eran las

fotografías pegadas en sus hojas. Todas eran publicaciones de la prensa amarilla donde salía él con

alguna mujer. Rápidamente, levantó los cuadernos y dio una mirada a casi todos. Decidió que era mejor

dejarlo así, los guardó de nuevo, sin embargo, no podía dejar de preguntarse por qué Jelena estuvo tan

pendiente de lo que él hacía o, mejor dicho, de lo que la prensa decía que él hacía. Porque, aunque

había salido con algunas de esas mujeres, la gran mayoría eran especulaciones. Cada día que pasaba

entendía menos a la que un día sería su esposa, ¿por qué se comportaba de esa manera? La había

visto interactuar con su familia y con ellos era una mujer educada y cariñosa, pero con él era una fiera

celosa, posesiva, autoritaria y soez. Estaba casi dormido cuando la sintió volverse, con su cuerpo lo

empujó suavemente hasta quedar acurrucada encima de su pecho, sus labios rozaron suavemente sus

pectorales para finalmente depositar un suave beso. Mikhail bajó sus ojos creyendo que estaba

despierta y la encontró profundamente dormida, pero aferrada a él, satisfecho, cerró sus ojos y se

durmió.