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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 12
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Capítulo 12

Jelena y Mikhail se marcharon a Durham en el primer tren de la mañana, ella necesitaba pedir sus

documentos en la universidad para trasladar sus estudios a otra universidad de la ciudad. Además,

debía recoger sus pertenencias del apartamento que compartía con su amiga Rania. La iba extrañar

mucho, les quedaba solo un año para graduarse y siempre pensó que lo harían juntas, pensó que tenía

otro motivo más para odiar a su padre.

Mikhail pasó a recogerla muy temprano, se bajó del coche con la intención de saludar a Ivanna y Gael y

tomar la pequeña maleta de mano de su prometida. Cuando tocó la puerta, el ama de llaves lo hizo

pasar al vestíbulo, poco tiempo después Jelena bajó de su habitación seguida por Ivanna y Karlen. El

chico lo miró con desconfianza, era el prometido de su hermana y, según su padre, el hombre que la

había deshonrado. Dirigió hacia él una mirada furiosa, antes de girarse hacia Jelena.

-¿Por qué tienes que marcharte con él? – A Jelena la pregunta le sonó a regaño -No es correcto que

viajen solos, por lo menos permíteme acompañarte – Pidió su hermano.

-Es mi prometido, Karlen, en dos semanas será mi esposo. Te aseguro de que Mikhail es un hombre de

honor a pesar de lo que te haya dicho papá. Estoy segura de que nunca haría nada para lastimarme. No

temas, hermano, estaré muy cuidada, te lo aseguro.

-Entiendo tu posición, Karlen. Me alegra saber que Jelena ha contado con un hermano que la defienda y

proteja, ten por seguro que siempre cuidaré y valoraré a tu hermana.

-Ella estará bien, Karlen, Mikhail es un buen hombre -aseguró Ivanna. -Espero que honres tu palabra -

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masculló el chico. -Soy un hombre de honor, nunca faltaría a mi palabra. -Fue la respuesta de Mikhail. -

Ya lo hiciste, papá me dijo que habías intentado romper tu compromiso con Jelena -replicó Karlen.

-Es cierto, pero lo hice porque pensaba que ella no me quería. Para mí es muy importante que esté de

acuerdo con nuestra boda, no quería que siguiera adelante por obligación. -Es cierto, hermano, por eso

discutimos esa noche. Él pensaba que yo no quería casarme con él, que papá me estaba obligando tal

como lo hizo con Ivanna y Katerina. Cuando se dio cuenta de lo mucho que deseaba la boda, la

programó enseguida, por eso nos casaremos tan rápido – aseguró Jelena. -Está bien, pero estaré

vigilando -dijo su hermano cediendo a regañadientes. Una vez que se despidieron de Ivanna y de

Karlen, y subieron al coche, Jelena volteó a mirar a Mikhail.

-Quiero agradecerte que calmaras a mi hermano, mi padre quiso ponerlo en mi contra, pero no lo logró.

Necesito que ustedes mantengan una buena relación porque, cuando nos casemos, quiero que Karlen

pase algunos fines de semana conmigo y días con nosotros.

-No tienes nada que agradecer, tu hermano es un buen chico, y claro que estoy de acuerdo en que pase

tiempo con nosotros -aseguró Mikhail.

Llegaron a su destino a media mañana, tornaron un taxi y fueron al apartamento. Estaba vacío, Rania

estaba en Londres en casa de sus padres por el verano. Al entrar al piso, Jelena tomó a Mikhail de la

chaqueta y lo besó, metió la lengua en su boca, provocando un gemido de su parte, él la estrechó entre

sus brazos. No habían podido hacer el amor desde la noche en la que lo engaño, así que estaba

ansiosa por disfrutar de él, de todas las emociones que el hombre despertaba en ella. Se liberó de su

abrazo y, aún besándolo, a tientas buscó la hebilla de su cinturón, desesperada, lo abrió, tiró del botón

casi arrancándolo y bajó la cremallera, metió la mano entre su abdomen y los calzoncillos y apretó su

miembro. Mikhail gimió en voz alta y, ante su asombro, Jelena, bajó su pantalón junto a su ropa interior,

se arrodilló y lo tomó en su boca. «

– La primera puerta a la derecha -respondió su prometida.

Como pudo la abrió, cerrándola con un golpe seco, depositó a Jelena en el suelo, al lado de la cama, y

empezó a desvestirla rápidamente. Cuando ella quiso volver a tocarle, él se negó. -Te debo un orgasmo

primero -le susurró al oído. -No, prometido, me debes dos -le respondió también en un susurro. Mikhail

sonrió ante la atrevida respuesta.

-Es cierto, al menos debo darte dos.

Suavemente la empujó hasta recostarla en la cama, se acostó encima de ella mirándola a la cara, con

lentitud bajó su cabeza y la besó larga y profundamente, provocándola, excitándola. Empezó a bajar por

su cuello mordisqueándola, al llegar a la parte superior de sus senos, se concentró alrededor de los

pezones sin rozarlos siquiera. La desesperación comenzó a apoderarse de Jelena que, impaciente, le

empujó la cabeza hasta poner su boca donde quería. Cuando sus labios se abrieron y lo tomó en su

boca Jelena grito de la excitación, con su mano, apretó el otro logrando como recompensa un largo

gemido.

Unos minutos después la tenía retorciéndose sobre las sábanas, bajó hasta colocarse entre sus piernas

separándolas ampliamente, con los pulgares abrió los labios vaginales y sopló suavemente. Otro grito le

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indicó que iba por buen camino, su lengua se deslizó alrededor del punto de placer en círculos externos,

cuando pasó rápidamente sobre este estaba muy excitada, al borde del orgasmo.

– Por favor -suplicó-, estoy muy cerca, hazme llegar.

Mikhail se concentró en su botón, acercándola cada vez más, sintió la tensión de su cuerpo unos

segundos antes de que explotará con un largo gemido.

-Uno-anunció él sonriendo desde su posición.

Inmediatamente volvió al ataque. Jelena, se sentía muy sensible y se revolvió tratando de escapar, pero

las manos de Mikhail fueron implacables y la mantuvieron anclada a la cama, gritó y jadeó antes de

rendirse al segundo orgasmo.

-Dos –dijo su prometido con voz satisfecha.

Jelena sentía su cuerpo como si fuera de gelatina, no podía moverse, solo respirar agitadamente, el

latido rápido de su pulso evidenciaba su estado. Sintió a Mikhail moverse sobre su cuerpo, se empujó

dentro de ella arrancándole un nuevo grito. «¡Oh Diablos!, va a matarme». Los gemidos iban en

aumento con cada empuje, sintió de nuevo un orgasmo

acercarse violentamente, sin freno y sin pudor lo dejó arrasar su cuerpo, liberándolo.

Mikhail empujaba frenéticamente dentro de su mujer, el corazón le latía con violencia, sintió la tensión

en su cuerpo antes de que ella estallara nuevamente arrastrándolo consigo. Jelena sentía los parpados

muy pesados, casi no podía tener los ojos abiertos, escuchó a los lejos una voz que murmuró:

-Tres.