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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 74
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Capítulo 74

-No te quiero -dijo Samuel con frialdad. En el pasado, no entendia lo que era el amor. Me

salvaste la vida. por lo que te estaba agradecido, e ingenuamente pense que eso era

amor. Pero cuando me enteré de que Kathleen había perdide a nuestros hijos, al fin me di

cuenta de que no te quiero.

Habia acudido al hospital en ese momento y se enteró por Wynnie de que Kathleen había

logrado salir adelante. Sus hijos, por desgracia, no lo consiguieron.

En ese momento, lo que más pánico le daba a Samuel era lo que le pasaría si Kathleen

moria.

Si Kathleen dejara este mundo, ¿dónde iría a buscarla?

En ese instante, se dio cuenta de a quién amaba de verdad.

«Kathleen! ¡Amo a Kathleen y no puedo perderla!

Nicolette, por su parte, no podía creer lo que escuchaba.

-¿La amas? Pero si acabas de decir que no sabias lo que era el amor.

-Puede que sea así, pero sé que no tengo esa sensación cuando estoy contigo -replicó

Samuel-. Puede que ya me haya enamorado de Kathleen desde el dia en que se convirtió

en mi esposa. Sólo que entonces no me habia dado cuenta.

-¡Samuel, si no fuera por la desaprobación de tu familia, nos habríamos casado hace

tiempo! – Nicolette gimio mientras las lágrimas corrian por sus mejillas.

Por desgracia, Samuel seguia siendo frío y distante,

-Si las relaciones no soportan la prueba del tiempo, significaria que no hubo amor

verdadero. Quizás nunca me hayas gustado tanto, lo que explica por que me enamoré

poco a poco de Kathleen después de que te fuiste. O tal vez, el hecho de estar contigo fue

sólo una forma de rebelión. Cuanto más desaprueba mi familia algo más quiero ir contra

ellos.

-¿Cómo has podido tratarme asi, Samuel? – preguntó Nicolette entre sollozos- ¿No sabes

que eres mi unica esperanza?

«Me he esforzado por actuar durante tanto tiempo por él, ¿y ahora me dice que no me

quiere? ¡No! ¡No voy a permitir eso!»

-Ya que me has salvado la vida antes, estoy dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva

entre nosotros -dijo Samuel con calma-. A partir de hoy, no tendremos nada que ver el uno

con el otro. Me encargare de que empieces una nueva vida en el extranjero y también me

aseguraré de que vivas con comodidad el resto de tu vida. Sin embargo, no volverás a

aparecer delante de Kathleen. Tampoco permitire que la molestes.

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Nicolette siguio llorando, indignada por la forma en que Samuel la había tratado.

Su objetivo siempre había sido casarse con un rico para poder volver con altaneria a los

Yoeger y reirse en sus caras. Sin embargo, ahora todas sus esperanzas y sueños se han

roto. No le quedaba nada.

Al otro lado, Samuel colgó rápido el telefono y se dirigió a Tyson,

-Tyson, ¿has preparado todo lo que te dije?

-Sólo falta un poco más.

-Date prisa, entonces.

Tyson asintió.

-Entendido!

Cuando Kathleen se despertó por fin, ya eran las diez de la mañana.

Abrio los ojos y vio a Emily sentada junto a su cama.

-Tia Emily

Emily era la hermana mayor de Wynnie Staines, lo que la convertia en tia de Samuel.

Por lo tanto, era justo que Kathleen la llamara también asi.

-Oh, estás despierta-respondió Emily mientras sus labios se curvaban en una sonrisa.

Ella se comportaba con un aire de elegancia femenina, mientras que Wynnie era una

mujer de carrera dura y sin complejos.

Las dos hermanas, sin duda, eran muy diferentes.

Sorprendida por la visita, Kathleen soltó:

-Tia Emily. ¿qué haces aquí?

– He venido a verte. Por cierto, he hecho sopa de setas. Prueba un poco-respondió

mientras servia un tazón de sopa y lo ponía en manos de Kathleen.

La sopa olia deliciosa y como no estaba demasiado caliente, ésta se la bebió de inmediato

y sintió que le calentaba las entrañas.

-Tia Emily, siento haberte molestado.

– Por favor, no te quedes en la ceremonia conmigo -dijo Emily con una sonrisa-. Tu suegra

está ocupada, asi que me ha pedido que le ayude a cuidarte. Hazme saber si hay algo que

necesites.

Kathleen negó con la cabeza.

– No necesito nada, tia Emily

– Estas siendo educado conmigo otra vez. Enserio no es ninguna molestia.

–Enserio no necesito nada, tia Emily-murmuro mientras terminaba su sopa en silencio.

Al oir eso, Emily dejó escapar un suspiro.

-Es desgarrador verte así, ¿sabes?

Kathleen se limito a fruncir sus pálidos labios y no dijo nada,

-Bueno, ¿que dijo Samuel? – preguntó Emily con preocupación.

-Dijo que quiere vivir felizmente conmigo.

-La gente no sucle apreciar lo que tiene hasta que lo pierde -dijo Emily-. Toda la familia ha

intentado hacerle entrar en razón, pero es demasiado engreido.

Resulto que Emily tenía toda la razón.

Samuel era el director general del Grupo Macari, y estar en esa posición de poder le daba

un complejo de superioridad. Por eso, muchas veces se negaba a aceptar las opiniones o

los consejos de los demás.

Tuvo que sufrir una dolorosa pérdida antes de comprender por fin lo que todos los demás

habian tratado de decirle.

Una vez más, Kathleen guardo silencio.

-¿Y tú? –Emily indago

-No quiero -respondió Kathleen mientras se mordia el labio-. Pero si le pidiera el divorcio,

sé que no estaria de acuerdo.

Aunque el resto del mundo le obligara a hacerlo, Samuel seguiria negándose

obstinadamente a firmar el acuerdo de divorcio. Además, si el divorcio hubiera sido una

opción viable, las cosas no habrian tenido que alargarse hasta ahora.

Ahora que Kathleen volvia a pensar en ello, se daba cuenta de lo risible de la situación.

Al principio, Samuel era el que queria el divorcio, y ella estaba de acuerdo. Más tarde, el

cambio de opinión, pero a ella le tocó pedir el divorcio. Asi, los dos fueron de un lado a

otro sin que se viera el final.

Emily acarició el pálido rostro de Kathleen y murmuro:

-Eres una buena persona. Si fuera otra persona, le habría dado un ataque.

Hay que reconocer que Kathleen aún sentia algo por Samuel y no queria avergonzarlo. Sin

embargo, ¿podria comprender de verdad sus buenas intenciones?

Kathleen no era en absoluto débil, pero sabia que queria demasiado a Samuel,

Emily no dijo nada más mientras veía a Kathleen terminar su comida. Después, charló un

poco más con esta y al final se marchó.

Ahora que estaba sola, Kathleen decidió que era hora de hacer algo con su olor corporal.

Sin más dilacion, entró en el baño y se dio una ducha caliente.

Mientras estaba bajo la ducha, su mano se dirigió por instinto a su estomago.

«Solía haber dos adorables bebés aqui.

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En el pasado, por muy mal que se sintiera, a Kathleen siempre le animaba el hecho de que

sus dos bebés estuvieran a punto de venir al mundo. Aunque el futuro pareciera sombrio,

ellos serían la motivación que necesitaba para ir paso a paso. Sin embargo, lo único que

sentia ahora era un vientre plano y una frialdad absoluta

«Oh, mis bebés. ¡Me han robado mis bebés.»

Conseguir que Samuel le rompa las piernas a Nicolette nunca seria suficiente para

compensar el dolor de Kathleen. Sin embargo, no había nada más que pudiera hacer.

Con Samuel defendiendo a Nicolette, nunca pudo hacer mucho daño a esta última. Por eso

le pidió especificamente que le rompiera las piernas a Nicolette.

Para su sorpresa. Samuel cumplió su parte del trato.

En ese caso, no había nada más que pudiera pedir.

En ese momento, sono la profunda voz de Samuel.

-Kate, ¿estás ahi?

Por desgracia, Kathleen no tenia ganas de entretenerlo.

– Kate, ¿puedes decir algo si estás dentro? – suplico Samuel, con un toque de

preocupación en su voz.

Al final, Kathleen cedió.

– Estoy aqui.

-De acuerdo, bien-respondió Samuel, sonando aliviado-. Te espero fuera.

Una vez hecho esto, Kathleen cerró la ducha y se seco. Tras ponerse un albornoz, volvió a

salir a la habitación.

Al verla, Samuel se adelantó de inmediato con una toalla para ayudar a secar su pelo.

-No deberías ducharte. Dada tu condición, es fácil que te resfries.

-Es mi cuerpo. Sé lo que es mejor para mi-respondió Kathleen con frialdad.

Samuel frunció las cejas al instante.

-Tu cuerpo también es mio.

El comentario dejó a Kathleen sin palabras, y se limito a dejar que siguiera limpiándole el

pelo.

Despues de un rato, Samuel sacóun secador de pelo y lo puso rápido en marcha.

-Siéntate aqui -dijo mientras le daba unas palmaditas en la pierna.

Kathleen dudo.

-Lo hare yo misma.

A su vez, Samuel le lanzó una mirada cómplice.

-¿Me estás rechazando?

-¿Sólo lo ves ahora? – pregunto Kathleen con indiferencia,