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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 43
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Capítulo 43

Kathleen entro en un restaurante y se pidió un plato de pasta vegana. Después de la

comida, se fue a visitar a Benjamin, que estaba ingresado en el hospital cercano,

No pudo evitar su creciente preocupación al observar la forma inconsciente de Benjamin a

través de la ventana de su habitación de hospital.

-El estado de mi hermano es estable desde esta mañana -comentó Gemma desde detrás.

Kathleen se volvió para mirarla, estaba vestida con su uniforme de enfermera y

balanceaba una bandeja entre las manos.

-¿Cuando recuperará la conciencia? – preguntó con cautela. La expresión de Gemma se

ensombreció al responder:

-El médico dice que aún es demasiado pronto para saberlo.

-¿Por qué no intentar consultar las opiniones de otros especialistas?

-Está bien, Kathleen. Todavía hay tiempo -la consolo- Por cierto, ¿cómo fue tu experiencia

como voluntaria?

-¡Me abrió los ojos! He aprendido mucho -afirmó con entusiasmo. Gemma sonrió.

– He visto tu discurso durante mi descanso. Has estado muy bien.

-Por cierto, ¿por qué ese repentino interés por los individuos con autismo?

-Bueno, mi hermano adoptivo es autista -dijo Gemma con mala cara.

Eso sí que es nuevo».

– Mis padres adoptivos provienen de un entorno bastante rico. Me adoptaron porque

parecia dócil y obediente. Esperaban que accediera a sus deseos de cuidar de su hijo

cuando ellos ya no estuvieran. Su plan era que ambos nos casaramos ofreciéndome su

herencia como incentivo. Luego me amenazaron con repudiarme si me negaba -explicó,

molesta.

Kathleen se quedó sin palabras.

-Me entere de todo esto cuando estaba en el instituto. Si me ponia en contra de ellos, me

juraron que nunca me pagarian la matrícula y los gastos diarios. Conseguir la admisión en

una universidad habria sido una causa perdida.

-¡Eso es absurdo!

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-Considerate afortunada, Kathleen. De verdad. He pasado por lo peor de todo, y las cosas

apenas mie perturban estos dias aconsejó la joven con una sonrisa ironica.

Kathleen le agarró las manos con ansiedad.

-¿Qué pasó después? ¿Cómo saliste?

-Por suerte, mi hermano ya era policia por aquel entonces. Me localizo y me patrocinó

hasta la graduación -Gemma sonrió con carino, Kathleen sintió compasión y sus ojos se

llenaron de lágrimas,

-No te preocupes, Kathleen. Mi hermano estará bien-le aseguró Gemma,

Kathleen fruncio los labios, Gemma tenía razón: En efecto, era muy afortunada.

La familia Macari siempre la había tratado con respeto y amabilidad.

Gemma se excusó tras darse cuenta de la hora:

-El deber me llama. Te veré más tarde, Kathleen.

-¡Nos vemos! -añadió ella con un movimiento de cabeza. Con una última mirada de

despedida a la habitación de Benjamin, salió del hospital.

Un dia después de la visita, se reunió con Federick para ultimar los términos de su

contrato.

-¡Lo siento mucho, Frederick! Sobre lo de ayer… -tartamudeó Kathleen.

-No te preocupes por eso. Lo entiendo -ofreció una sonrisa amable mientras entregaba el

contrato.

Los ojos de Kathleen se abrieron de par en par al leer las condiciones.

-¿Están dispuestos a pagar esta cantidad por mi guión?

-¡Claro! Todavia no has visto lo que ganan los maestros con su trabajo. Aunque el tuyo es

bastante bueno para una novata.

-Ciento cincuenta mil ya ha superado con creces mis expectativas – Kathleen sonrió con

satisfacción.

– ¿Podrias terminar el trabajo en tres meses?

Kathleen asintió con entusiasmo mientras firmaba el contrato:

-Lo prometo.

– Nuestras normas estipulan que un tercio de la suma se te transferira de inmediato. En

breve se reflejarà en tu cuenta bancaria -explico Federick.

-Permiterne invitarte a comer como celebración de mi logro.

–Me temo que tendremos que dejarlo para otro momento. Todavía tengo que hacer algo

de trabajo – Federick serio disculpándose.

-Está bien. Cuando estés libre. Me despedire entonces.

Claro. Cuidate.

-Tu también. Adiós. -Kathleen se marchó con una leve sonrisa en los labios.

Frederick observó que la sonrisa de la joven era, en efecto, tan cálida y terapéutica como

tomar el sol de

primavera después de un duro invierno.

Aldeiar la editorial, ella se consumio pensando en el dinero del anticipo. Por primera vez

en su vida le pagaban. No era mucho, pero era un hito importante en su vida que merecia

ser conmemorado. Apenas podía reprimir su alegria por el mero hecho de pensarlo.

Asi es, ipucdo elegir un regalo para la vieja Sra. Macari! Pero ella tiene todo lo que

necesita. Aun así, un regalo no le hará dano. Es solo una forma de expresar mi aprecio»,

se dijo. Kathleen pronto recibió algo menos de cincuenta mil en su cuenta bancaria

después de las reducciones de impuestos. A pesar de ello, estaba eufórica

Al entrar en los grandes almacenes, estaba radiante de alegria. Tras seleccionar varios

artículos, Kathleen decidio llamar a Maria.

La inocencia sacarina de la voz de Kathleen disipó al instante cualquier negatividad

persistente.

-Maria…

A Maria casi se le escapa un «¡Cariño!» antes de enderezarse.

-Sra. Macari-contestó con afecto.

-¿Podrias informar a la abuela de que me pasaré a cenar esta noche?

– Por supuesto, querida. La vieja Sra. Macari estará encantada de oirlo. Me aseguraré de

que se preparen sus comidas favoritas-. No era un secreto que Kathleen era la favorita de

Maria. Creia que solo Samuel podia resistirse al contagioso encanto de esa joven.

– No puedo esperar -dijo Kathleen antes de colgar. Considero innecesario empañar el

ánimo de los demás con la discusión que se estaba gestando entre ella y Samuel.

Recordando de repente que casi se habia olvidado de comprar los regalos para Calvin y

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Wynnie, giro sobre sustalones y retrocedió hacia los grandes almacenes una vez más. A

pesar de que solo le quedaban veinte mil de su anticipo, no tuvo ni un ápice de

arrepentimiento mientras llamaba a un taxi y se dirigia a la residencia de los Macari con

las manos llenas.

Todos los miembros de la familia estaban presentes cuando entró en la casa, incluso

Samuel.

Kathleen conjuro su sonrisa ganadora mientras se dirigia a los ancianos sentados ante

ella.

-Abuela, papá, mamá.

Diana estaba encantada de verla. La sonrisa melosa de Kathleen cautivó su corazón, así

como el de Wynnie y Calvin.

Samuel fue el único que pasó sin más, para su disgusto. Sin embargo, sintió que toda la

habitación parecia iluminarse con su brillante sonrisa.

-Parece que estás de buen humor, querida nina Cuéntanos por que canturreo Diana con

carino.

Kathleen sacó sus regalos,

-Oh, no es nada importante. Solo les he traido regalos a todos con el dinero que ganó con

mi adelanto. Te he comprado un par de gafas de lectura ya que las tuyas parecían un poco

anticuadas, abuela.

Diana se sorprendió y pregunto:

-¿Lo has comprado con tu dinero?

-Asics -dijo Kathleen-. Aqui tienes una pluma Montblanc para ti, papá. Recorde que la tuya

se rompió hace poco. Espero que esto haya llegado justo a tiempo.

LEIL

–Gracias – Calvin estaba conmovido por la dedicación de Kathleen. Se sentia como si

tuviera una hija que por fin habia crecido.

– Por ultimo, pero no menos importante, aqui está tu pañuelo de seda, mamá. Espero que

te guste.

Wynnie era una gran fan y ferviente coleccionista de bufandas de esa marca en particular.

El diseño que Kathleen consiguió era una novedad de la temporada.

Wynnie estaba encantada:

-Me encantara siempre que sea de tu parte.