Capítulo 323
Anastasia acomodó sus largos mechones hacia un lado mientras miraba sus ojos profundos. Al mismo
tiempo, sus propios ojos parecían tener estrellas en ellos, pues reflejaban la luz en la habitación.
También lucía como una rosa roja que había salido de un lecho de nieve; a pesar de las espinas que
tenia, era una belleza que nadie podía resistir.
Elias podia sentir lo fuerte que eran los celos de Anastasia y su estado de ánimo comenzó a fluctuar
de forma violenta.
-Llegaste tarde, Elías. Tu castigo es beber un trago -dijo Alma y de inmediato le llevó una copa de vino
tino mientras sonreía de forma dulce y ponía su mentón sobre sus manos.
-Sí! iNos tiene que mostrar, presidente Palomares! -dijo Alexis, echándole leña al fuego.
Sin decir nada, Elias tomó la copa de vino y bebió todo de un trago de forma elegante. La luz brillaba
en los botones de su camisa de puño francés mientras que las piedras preciosas oscuras destellaban
un color azul intenso. En pocas palabras, lucía elegante, extravagante y fatalmente encantador.
Anastasia tenia los ojos medio cerrados mientras llevaba su cerveza a su boca. Todos estaban
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pose y observaba a Elías con una mirada llena de admiración. Por otro lado, Elias estaba disfrutando
de su castigo frente a todos. Toda esa escena fue desagradable para Anastasia.
Mi vaso es muy pequeño? ¿Por qué se vacía después de algunos sorbos?- pensó Anastasia con
fastidio. Lo único que podía hacer era servirse más antes de llevar el vaso a su boca de nuevo. Sin
que Fernanda se diera cuenta, Anastasia ya se había terminado su cerveza.
-iCome algo, Elías! -dijo Alma y después puso comida sobre el plato de Elias. Sin embargo, el hombre
solo respondió en voz baja:
-Yo lo hago.
Alma pudo sentir que su corazón se sacudía al escuchar sus palabras frías. Luego de eso, no se
atrevió de actuar de forma casual con él. Mientras Elías tomaba su tenedor para comer, su mirada se
desvió hacia la mujer frente a él, quien estaba tomando bebida tras otra de mala gana. Anastasia tenía
su mirada perdida, pero nunca dejó de beber. Al notar esto, Elías frunció el ceño y le recordo:
-Anastasia, no bebas demasiado.
Anastasia tomó su vaso lleno de cerveza y lo alzó hacia su dirección apropósito antes de tomársela
toda de un trago de nuevo. Después de eso, Anastasia chasqueó su lengua. Al verla a los ojos, Elias
se dio cuenta de que ella no necesitaba que él se preocupara por ella y no pudo evitar sentir
impotencia y enfado, pues parecía que estaba bebiendo a lo loco.
-Alma, itú y el presidente Palomares deben tener una relación especial! -dijo Alexis a Alma
para comenzar una conversación.
Alexis sabía que esas eran el tipo de cosas que a Alma le gustaba hablar. Justo como se esperaba,
Alma bajó su copa de forma elegante y alardeó con una sonrisa:
– Para ser honesta, el padre de Elías y el mío han sido buenos amigos por años. Somos amigos de
familia.
Todos se sorprendieron al escuchar sus palabras, pues nadie se esperaba que ella tuviera una familia
influyente. Que ella fuera hija de un buen amigo de Elias significaba que, en definitiva, Alma y Elías
tenían el mismo estatus.
Maya, quien estaba sentada a un lado, soltó un suspiro de alivio en silencio y se alegró de no haberle
dicho a Helen sobre eso. De lo contrario, estaba segura de que Alma iría tras de ella si la ofendía de
alguna forma. Ella sabía que Helen era una de muchas de las admiradoras de Elias y que no tenía un
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmlugar seguro como la señora Palomares. Al parecer, Anastasia tampoco tenía suerte, incluso después
de todo lo que había pasado entre ella y el presidente.
Cuando Alma se giró para ver a Anastasia, la alegría en sus ojos incremento. A pesar de que
Anastasia no la miró a los ojos, podía sentir como se sentía Alma ahora que parecía haber ganado,
-Déjeme servirle un trago, señorita Durazo. De ahora en adelante, puede preguntarme cualquier cosa
sobre el trabajo que no sepa. Me aseguraré de ayudarla si puedo -dijo Alexis, quien tomó la
oportunidad para adular a Alma. A Alma le agradaba su colega, así que expresó su agradecimiento.
-Señorita Torres -dijo Alexis de repente para hacer notar su presencia, pues quería que todos miraran
a Anastasia, quien lucía como una esposa abandonada—. ¿Qué haces aquí bebiendo cerveza tú
sola?
De pronto, Anastasia se levantó de golpe en lugar de responderle a Alexis.
-Voy al baño.
-Iré contigo -ofreció Fernanda con preocupación después de notar que había dos botellas de cervezas
vacías frente a ella.
Fernanda se sentía algo desconcertada al no darse cuenta de que Anastasia había bebido tanto por
su cuenta. Mientras caminaba, Anastasia se tambaleaba y llegó a un cuarto privado a lo largo del
pasillo. El cuarto estaba vacío porque habían reservado todo el lugar. Al ver cómo Anastasia se
recargaba contra el marco de la puerta de forma débil, Fernanda la sostuvo de inmediato y preguntó:
– ¿Estás bien?!