Elías llevó a Anastasia por el puente, pareciendo hacer un camino hacia la playa. Mientras, Anastasia
estaba deleitada con su nuevo auto mientras admiraba el poder de su nuevo viaje «Oh, ¡Adoro
demasiado este carro! Es como un potro salvaje que va cabalgando libre en un espacio amplio.» No
pasó mucho tiempo cuando llegaron a la carretera costera. No sabía señal de algún otro auto.
Procedió a salir del auto y dejó que Anastasia tomara el lugar del piloto. Él abrochó cinturón y se
sujetó de las agarraderas fuerte con sus manos. «¿Este hombre no confía en mí? ¿Tan mala soy
conduciendo?» —Pon el cambio, luego pisa con gentileza el acelerador y conduce hacia adelante.
Anastasia hizo lo que dijo para sentir su auto moverse lento hacia adelante. Fue entonces cuando se
sintió cada vez más aliviada mientras sus labios se curvaban en una sonrisa. Elías también dejó de
sentirse tenso y su semblante se tornó más gentil con una sonrisa que parecía anunciar que estaba de
buen humor. A medida que conducía de allá para acá, su agarre fue más relajado. También se dio
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anterioridad. Posterior a eso, Elías le dijo que continuara conduciendo mientras hacía lo que le decía.
Llegaron a un hotel de 5 estrellas y salieron del auto. — ¿Por qué no me pagas el favor llevándome a
comer? Anastasia, feliz por su nuevo auto, levantó sus cejas y respondió con afirmación: — ¡Claro! En
ese momento, su teléfono sonó y fue entonces cuando puso su mano en su frente, pues había
olvidado que le debía un almuerzo a Óliver esa tarde. —Lo siento, Óliver. Estoy un poco ocupada,
creo que no podré verte para el almuerzo. ¿Te parece bien si comemos en la noche?—Anastasia
pospuso su cita a la noche creyendo que tenía tiempo debido a que Fernanda le dio tiempo para
trabajar en sus bocetos. —Muy bien, te veo en la noche—respondió Óliver complacido. —Claro, nos
vemos en la noche—Anastasia sonrió pensando en que debía devolverle el favor a aquel hombre con
una cena en la noche. Tan pronto como Anastasia colgó la llamada, sus ojos se cruzaron con la
mirada amenazante de aquel hombre, era como el de una bestia feroz que estaba por devorarla. —
¿Qué pasa? ¿No puedo llevar a un hombre a comer?—Elías se mofó de Anastasia. —Me hiciste un
favor, es por eso que voy a pagarte con una comida hoy, pero cuando alguien más me hace un favor
¿no crees que debo hacer lo mismo para mostrar aprecio? Sé razonable, ¿quieres? Elías, quién era
bastante sensible con las palabras, se sintió más celoso luego de escuchar la respuesta de Anastasia.
Se preguntó si ella se estaba quejando de él. «¿Qué clase de persona es lo suficientemente amable
para arreglar su computadora en medio de la noche?» Elías entró al restaurante con un semblante
sombrío cuando pensó en eso. Anastasia pidió sus platillos mientras que él parecía estar enfadado y
dejó que ella tomara todas las órdenes. Esto hizo que se arruinara el momento, ella se dio cuenta de
su expresión. Ella procedió a poner su barbilla en sus manos y observó al hombre con ojos grandes.
«Él es tan apuesto que podía describirlo como alguien perfecto, si tan sólo no fuera tan arrogante.
Después de todo su cara de pocos amigos mantiene a las mujeres alejadas.» — ¿Qué te hizo
enfadar? ¿Acaso alguien te debe dinero?—Anastasia jugó un poco con él. Elías la observó con un
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmsemblante intimidante. —Tú no debes enamorarte de ningún otro hombre que no sea yo, Anastasia.
Cabe decir que Anastasia pudo distinguir que sus palabras eran una orden más que una advertencia,
pero ya estaba harta de escuchar eso una y otra vez. Ella lo miró directo a los ojos. —Presidente
Palomares, estoy de buen humor hoy, ¿por qué arruinarlo? Elías estaba abrumado por sus
sentimientos, de pronto sintió ganas de saltar hacia el océanos para tranquilizarse. A diferencia de
Anastasia, a ella no le dio importancia. Se sintió desesperado por ello. «He estado con ella por tanto
tiempo, ¿entonces por qué no siente empatía por mí?» —Anastasia, ¿tu corazón está hecho de piedra
por algo así? ¿No sientes empatía por alguien que fue agradable contigo?—los ojos de Elías estaban
llenos de resentimiento. —Presidente Palomares, creo que debe de detenerse en desperdiciar el
tiempo conmigo. Sólo hay espacios en mi corazón para dos hombres en este mundo. Uno de ellos es
mi hijo y el otro es mi padre—Anastasia tomó la taza. Ella intentó parecer calma ante ello, pero se
olvidó de que el té que estaba en taza aún estaba caliente. Por lo que por poco lo tira poniéndose en
ridículo.