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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 256
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―¡Debemos de encontrar una manera para tomar la compañía de papá, mamá! No podemos dejar

que Anastasia y su hijo se lleven todo. Papá ya ha sido tan cruel con nosotros, así que ya no

deberíamos preocuparnos por él.―Érica quería la compañía de su padre desesperadamente porque

ningún otro bien se podía comparar con una compañía cotizada que valía muchos miles de millones.

En ese instante, había un destello despiadado en los ojos de Noemí.―¡Tienes razón, Érica! Tu padre

es demasiado duro con nosotros. ¡Ni siquiera se preocupa por nosotros! Debes heredar la compañía.

¿Aceptarás mi consejo, Érica? ―¡Por supuesto, lo haré! Todo lo que me pidas.―Érica creció bajo la

protección de su madre, así que creía que todo lo que hacía era por su propio bien. ―Entonces,

seduce a Mario y hazlo que este de nuestro lado. Será de gran ayuda cuando decidamos tomar la

compañía de tu padre. ―¡¿Qué?! ―gritó Érica en disgusto.―¿Mario Salcido? Solo en un

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insignificante gerente de finanzas bajo la compañía de papá. ―Pero él es el sucesor designado por tu

padre y Anastasia dependerá de él en un futuro. Tu padre ya ha sido muy cruel con nosotros, así que

no puede culparnos por no ser leales algún día. Mario será realmente útil para nosotros en el

futuro.―Noemí miró a su hija con tranquilidad, teniendo ya un plan en su mente. ―¡Mmm! Es un tonto.

El hacer que se enamore perdidamente de mí es fácil. Es una bendición para el tener mi

admiración.―Aunque Érica estaba siendo obligada a seducir a Mario, despreciaba sus orígenes desde

el fondo de su corazón. Al haber conocido a alguien como Elías, quien era una persona poderosa y

elegante, no había lugar para hombres ordinarios en los ojos de Érica. Incluso si no podía casarse con

Elías, aún tenía que casarse dentro de una familia adinerada. ―¿Qué no la compañía va a ser

adquirida, mamá? ¿Qué tal si papá ya no la tiene? ―¿Cuál es la prisa? La familia Palomares aún está

en deuda con la madre de Anastasia, así que definitivamente no se quedaran sentados sin hacer

nada. Una vez que Anastasia se lo pida, los Palomares seguramente nos ayudaran.―Noemí estaba

segura de que Anastasia le pedirá ayuda a Elías. ―Anastasia no será tan ilusa como para pensar que

se puede casar con Elías, ¿verdad? ―dijo Érica celosa. Una Noemí preocupada pensó que pase lo

que pase, los Palomares nunca aceptarían a una mujer con un hijo.―No creo que los Palomares la

aceptaran. Solo son lindos con ella porque están compensando la amabilidad de su madre. Además,

¿Por qué querrían a una mujer con un hijo nacido fuera del matrimonio? ―Eso es cierto. Anastasia ni

siquiera es digna de un hombre tan atractivo y sofisticado como Elías.―Érica también pensó que la

razón por la que Elías era bueno con Anastasia era para recompensar su amabilidad y que

ciertamente se casaría con otra mujer en el futuro. A la mañana siguiente, Anastasia se despertó, pero

no tuvo una buena noche. Después de desayunar, llevó a Alejandro al hospital para visitar a su padre.

Cuando Franco miró a su nieto, estaba encantado y su humor había mejorado, tanto que fue capaz de

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ser dado de alta del hospital en la tarde. Anastasia salió al pasillo, para no interrumpir el momento de

abuelo y nieto. En ese momento, Mario caminó hacia ella con algunas frutas en su mano.―Señorita

Torres, escuche que busco la ayuda del presidente Palomares. El presidente Torres se mira más

relajado ahora. Anastasia asintió con la cabeza, pero su corazón se sentía pesado, ya que pedir ayuda

venía acompañada de mucha presión. Al verla, Mario podía sentir una sensación grande de

admiración, ya que se había enamorado de Anastasia a primera vista. Ninguna palabra podía describir

cuanto le gustaba o la amaba. En ese momento, Anastasia llevaba puesto una blusa con volantes

acompañado de unos pantalones de mezclilla. Se miraba casual y a la vez con estilo y su cabello largo

estaba suelto sobre sus hombros mientras acentuaba su delicado rostro. En definitiva, se miraba

extremadamente atractiva.―Señorita Torres, hay que almorzar juntos. Ya he reservado un restaurante

para celebrar el alta del presidente Torres. ―¡Está bien, por supuesto! ―asintió Anastasia. Al

escuchar eso, Mario estaba contentísimo. Finalmente, podría sentarse a comer y tener una digna

conversación con ella. Mario sacó una botella de agua de su mochila, y se la ofreció a Anastasia.

―Aquí tiene, beba un poco de agua.