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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 259
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Franco le comentó a Anastasia sobre su pelea con Heriberto, lo que fue muy impactante. Resultó ser

que Heriberto solía ser un socio de su padre cuando la compañía recién se estableció, aunque

después comenzó a utilizar los fondos de esta para apostar. Franco lo descubrió eventualmente. Pasó

un año en prisión, pero, al salir, obtuvo mucho dinero sucio y lo usó para reingresar a la industria solo

para robar los negocios y clientes de Franco. Al final de todo, fue gracias a Elías que Franco pudo

obtener muchas órdenes y proyectos, mientras que Heriberto tuvo que pasar desapercibido por unos

años antes de salir de nuevo, ahora como un adquisidor. Anastasia sabía que, otra vez, debía

agradecerle a Elías por salvar a su padre de un horrible destino. —En su honor, joven Elías —declaró

Franco, levantando su copa de vino hacia él. Elías se paró y brindó con humildad. Anastasia lo

observó beber, pero no pudo evitar la preocupación que sintió por dentro. Era la misma razón por la

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que tuvo particular cuidado cuando eligió lo picante de la comida mientras ordenaban. —No se

preocupe, señor Torres. Mientras esté aquí, su compañía seguirá bien —prometió Elías. —Me siento

relajado por completo al saber que cuento con su apoyo, aunque también me siento mal por continuar

solicitando su ayuda. —Franco se giró hacia Anastasia después de eso. —¡Anastasia, también

deberías brindar por el joven Elías! —Papá, no bebas tanto. Toma, come un poco —indicó Anastasia

mientras sonreía, pues ella pensaba diferente a su padre. Para los hombres, brindar por alguien

significaba que respetaban a esa persona. —Vamos, brinda por el joven Elías. Nos hizo un gran favor

—instó Franco a su hija. —Por usted, presidente Palomares —brindó Anastasia, sin ninguna

alternativa, después de servirse una copa de vino. Elías acercó su copa a la de ella y brindaron con

elegancia. Anastasia no se dio cuenta de eso, pero se le vio muy preocupada cuando miró como se

tomó la copa completa. Elías sí lo notó y sonrió a manera de respuesta, complacido con su reacción.

Ella se acercó a él para decirle algo. Desde el ángulo de Anastasia, las largas pestañas de Elías

cubrían sus parpados, escondiendo sus definidos y gélidos rasgos. Anastasia no pudo evitar mirarle

por un momento, pues su gentileza conllevaba un toque de seducción. —Ten en cuenta a tu estómago

—susurró Anastasia. Elías no respondió, pero mantuvo su mirada sobre ella y parpadeó, indicando

que lo tendría en mente. —Tome, joven Elías, algo de comida. Mientras tanto, Ray y Mario

conversaban y se dieron cuenta de que ambos estudiaron en la misma universidad, solo que con un

año de diferencia. Mario envidiaba el trabajo de Ray, pues era seguro que él tendría un gran futuro al

trabajar con alguien como Elías; sin embargo, Mario era un poco más codicioso. No quería nada más

un gran sueldo, sino que también expandir sus horizontes. Era bueno escondiendo sus ambiciones,

por lo que, para Franco, no era más que un joven trabajador y con aspiraciones. —Joven Elías,

Anastasia trabaja en su compañía. Espero que pueda cuidarla —comentó Franco, tratando de dejar

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una buena impresión de su hija. —Lo haré —indicó Elías, asintiendo. Claro que quería cuidarla, pero

¿cómo lo haría cuando ella constantemente le rechazaba todos sus actos de buena fe? En ese

momento, un pensamiento pasó por la cabeza de Franco, pero se deshizo de él sacudiendo la cabeza.

Sin importar lo extraordinaria que fuera Anastasia, ella jamás sería suficiente para alguien como Elías;

además, ella tenía un hijo. No había ninguna forma en que familias ricas como la familia Palomares

aceptaran a una mujer que concibió antes del matrimonio, así que no se atrevió a creer que Anastasia

pudiese desarrollar algún romance con tal joven. Alejandro estaba sentado a un lado de Elías. Él

volteaba a ver al pequeño de vez en cuando y añadía lo que el niño quisiera en su plato. La

preocupación de Mario creció cuando vio este comportamiento. ¿Elías intentaba ganarse el corazón

de Anastasia? ¡Si ese era el caso, entonces no tendría ninguna oportunidad contra él! Lo que era peor,

ni siquiera había llegado a confesarse con ella. «¡Anastasia no tiene ni la más mínima idea de que me

gusta!».