Capítulo 136
-le dire al departamento de finanzas quc tome su dinero de vuelta y regresaré cl trofeo al
Anastasia se giró después de decir eso, pero el hombre detrás de ella se levantó de inmediato y dijo;
-Espera.
Anastasia se congeló antes de girarse para mirarlo y decir:
-¿Hay algo más, presidente Palomares?
-No me meteré con cuestiones de tu trabajo, pero aún me gustaría cuidar de ti y de Alejandro – dijo de
forma clara.
– No hace falta. Gracias -rechazó Anastasia con firmeza.
-¿Qué hay de Miguel? ¿Aceptarías su ayuda si te la ofreciera? -dijo Elías mientras le lanzaba una
mirada asesina.
– El y yo somos amigos, mientras que yo solo soy tu subordinada en el trabajo. Si no trabajáramos
juntos, seríamos extraños -respondió Anastasia en un tono seco antes de girarse de nuevo para
retirarse. Elías se tomó un momento para procesar sus palabras.
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«
DIOL
El pasado de Anastasia le complicaba estar con cualquier hombre, pues su corazón estaba protegido
por un escudo invisible. Aunque Eva le había dicho a Elías que la dejara ir, él se dio cuenta de que ya
era demasiado tarde. Se había enamorado profundamente y ya no podía alejarse de Anastasia.
Después de salir de la oficina, Anastasia bajó las escaleras para buscar a Fernanda. Ella le contó todo
sobre el premio, pero Fernanda no parecía estar muy sorprendida.
«¿Acaso es una idiota? ¿Por qué dejaría ir todo eso? Incluso si Elias fue quien le consiguió el trofeo y el
dinero, ella solo debería apreciar su suerte» pensó Fernanda.
-No quiero este dinero y tampoco quiero el trofeo -insistió Anastasia.
-Si haces esto, tu reputación quedará arruinada también. Todos sabrán que conseguiste el premio a
través de contactos. ¿Estás segura de que quieres sacrificar tu reputación por esto? – preguntó
Fernanda.
–¿Acaso tengo otra opción? Todo el panel de jueces sabe sobre esto y me siento como un chiste para
ellos. Prefiero que se rian de mí por un mes que por el resto de mi vida -explicó Anastasia,
1 — –hi. -… mác hocer sei que solo soltó un suspiro.
-Eres la persona más terca que conozco. Bien, con gusto le entregaré el trofeo a alguien más. iLO haré
por ti!
-Gracias, Fernanda – dijo Anastasia con alegría.
Una vez de regreso en su oficina, Anastasia sentía como si hubiera regresado de una guerra. Todo su
cuerpo estaba adolorido. Tomó un poco de agua y se distrajo por un momento. Luego, se dio cuenta de
que alguien estaba llevando flores en la entrada de la oficina. Poco después, Gabriela abrió la puerta de
la oficina con una sonrisa en su rostro.
-Las flores son para ti, Anastasia.
Anastasia no necesitaba adivinar quién las había enviado. Ella les echó un vistazo a las rosas azules
costosas mientras comenzaba a sentir un dolor de cabeza. No tenía otra opción más que aceptarlas.
Luego de llevarlas a su escritorio, llamó a Miguel.
-¡Hola! ¿Recibiste las flores? ¿Te agradan? – preguntó Miguel con una sonrisa.
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-Deja de mandarme flores, Miguel. Hablo en serio. Afecta mi trabajo -dijo Anastasia, pues no quería
atraer mucha atención.
—¿No puedo darte flores? -dijo Miguel con un tono herido.
-Podemos mantener contacto y almorzar juntos, pero no quiero que envíes flores, ¿de acuerdo? Es una
petición -respondió Anastasia.
-De acuerdo. Entonces te compraré almuerzo hoy. Estoy en el edificio del lado opuesto de tu empresa.
Acabo de renovar mi oficina -explicó Miguel con una sonrisa.
-De acuerdo. Aceptaré el almuerzo.
-Bien. Te veo más tarde -respondió Miguel.
A las 11:30 a.m., Miguel ya estaba esperando a Anastasia en la entrada de su empresa. Mientras
estaba ahí, un auto negro se detuvo frente a él y Ray caminó a su lado con un montón de documentos
en sus brazos. Al ver el auto de Miguel, Ray se acercó a saludarlo,
-Buen día, joven Miguel.
-Hola. Viniste a dejar documentos? —preguntó Miguel con una sonrisa.
-iSi! El presidente Palomares está trabajando aquí —respondió Ray.
– Mi primo tiene una oficina enorme, pero insiste en trabajar en tu empresa. Me pregunto por qué…
Ray acomodó sus lentes mientras sonreía y dijo:
-En realidad no sé el verdadero motivo de ello