Capítulo 36
En el verano de su último año de la secundaria cuando tenia diecisiete años, Jelena le pidió a Ivanna
que la inscribiera en un campamento, pasaría cuatro semanas en Escocia con su amiga Rania y otras
compañeras del colegio. Su hermana estaba encantada de que saliera y se divirtiera por lo que aceptó,
sin saber que lo que en realidad quería era huir de la casa. Pasó sus vacaciones leyendo, jugando
videojuegos y durmiendo, es decir, casi todo el tiempo estuvo encerrada en su habitación.
Rania luchaba a diario con ella para que se integrara en los juegos y paseos, pero muy rara vez lo
lograba. Jelena cada día estaba más encerrada en sí misma, carcomiéndose en su rabia y dolor.
Cuando llegó a casa tenía más peso que antes de irse.
Al final de ese verano ocurrieron dos cosas que marcaron su existencia. La primera de ellas fue que
Karlen llegó a Londres para estudiar, llevaba tres años sin verlo, sin poder hablar con él, y estaba muy
nerviosa. ¿Y si ya no la quería?, ¿y si la odiaba por haberlo abandonado? No sabía que explicación le
habrían dado su padre o Anika, pero estaba segura de que no había sido buena.
Caminaba de arriba abajo en la puerta de salida por donde debía llegar su hermano, cuando de repente
lo vio; más grande, más alto. Se miraron fijamente un rato, mientras el corazón daba una loca carrera en
su pecho y sus ojos ansiosos esperaban una reacción por su parte, un pequeño indicio de lo que su
hermano pensaba o sentía. En el momento en que una sonrisa coloreó sus facciones corrió hacia él y
su hermano también arrancó a abrazarla. ¡Oh, qué bueno era tenerlo de nuevo en sus brazos! Su niño,
el legado más hermoso que su madre le había dejado. -¡No sabes cuánto te he extrañado, hermana! -
No más de lo que yo te he extrañado a ti –respondió cubriéndolo de besos.
Poco tiempo después, Jelena se volvió buscando a sus hermanas, al mirarlas, vio sus ojos llorosos y
por dentro sonrió, ellas amarían a Karlen tanto como lo amaba ella. Ivanna y Katerina eran adultas,
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proteger a su hermano de la ambición de su padre. Finalmente podía respirar tranquila. -Karlen, déjame
presentarte a nuestras hermanas Ivanna Evans Smirnovy Katerina Kuznetsov Smirnov. Hermanas, este
es nuestro hermano Karlen.
El chico las miró evaluándolas, estas eran las mujeres de dudosa moralidad que su padre le advirtió,
desafiante, les dio una inclinación cortés de cabeza. Si su padre supiera que su querida hija Jelena
andaba en compañía de semejantes mujeres se enfurecería, ya hablaría con el señor Dimitri para
quejarse de la situación y para que le prohibiera a Jelena todo contacto con ellas.
Como sucedió cuando llegó Jelena, Katerina había preparado una comida de bienvenida para su
hermano. Jelena les pidió a sus dos hermanas que permitieran a su hermano quedarse con ella, eso lo
alegró mucho al chico hasta que se dio cuenta de que su hermana vivía en casa de Ivanna.
Esa misma noche, tarde como era su costumbre cuando era un niño pequeño, fue a la habitación de su
hermana. No para colarse en su cama como solía hacer, sino para tener una
seria conversación con ella. A medida que Jelena le relataba como su padre la había tratado a ella y a
sus hermanas mayores, Karlen endurecia su mirada. Jelena nunca le había mentido, pero había pasado
mucho tiempo desde que se vieron por última vez, se quedaría, pero la vigilaría, porque no quería creer
que su padre hubiese actuado con tanta crueldad hacia ella.
La segunda cosa que impactó a Jelena fue que, al regresar del campamento, se encontró con la noticia
de que Gema se iría a los Estados Unidos a hacer un postgrado. Después de la partida su sobrina se
sintió más sola y triste que nunca. Tenía diecisiete años y, al comenzar su último año escolar, tocó fondo
anímicamente. Pensaba en hacerse dano continuamente, se pellizcaba y arañaba hasta el punto de que
Rania la encontró con una cuchilla a punto de cortarse.
-¿Qué demonios haces? -dijo golpeándola en la mano – Tira eso. ¡Maldición, Jelena, tiralo!
Obedeció y se dejó caer en el suelo del baño llorando. Finalmente, le abrió su corazón y pudo hablar
con alguien de cómo se sentía en realidad. Mucho tiempo estuvo su amiga abrazándola y
consolándola.
-Quiero que vayas con Ivanna y le cuentes esto que me has dicho a mi -dijo Rania con seeriedad.
-¡NO! -negó categóricamente Jelena
-Escúchame bien, te quiero como a una hermana y no te perderé, no permitiré que te hagas daño. O se
lo dices tú o lo hago yo, tienes hasta mañana para hacerlo.
-No me hagas hacer eso, por favor -suplicó Jelena.
-No me dejas opción, Jelena, y que no se te ocurra echarme de tu vida, porque vendré todos y cada uno
de los malditos días hasta que me quieras de nuevo. ¿Acaso no entiendes lo importante que eres para
mí?
Esa noche, Jelena fue hasta la habitación de Ivanna mientras Rania esperaba en su dormitorio, se
había negado a marcharse y dejarla sola, era mejor amiga de lo que ella merecía. Ivanna escuchó con
el corazón en un puño mientras su hermana le decía que necesitaba ayuda de un psiquiatra. Le habló
de su rabia y de su dolor, de la continua tristeza que sentía todo el tiempo, de las ganas de hacerse
daño y de su imposibilidad de salir de su cama en las mañanas. Había tocado fondo y no quería seguir
así, quería sentirse bien y ser feliz, pero parecía que la felicidad estaba cada vez más lejos.
Esa noche, Ivanna lloró en brazos de Gael al creer que no había sido suficiente para Jelena, odió a su
padre por hacerla sentir que no valía nada, por no querer a esan prometió que lucharía por ella. A
medianoche se levantó y fue a su habitación a mirarla dormir, su amiga Rania estaba acostada a su
lado. Dio gracias a Dios por ese ángel que había llegado a la vida de su hermana para ayudarla. Sin
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmpoder contenerse más, fue hasta el teléfono y llamó a Katerina, porque nadie más la amaba como ella y
podría entenderla.
Al día siguiente, Ivanna le anunció que había logrado encontrar una cita con un psiquiatra. Esa tarde la
acompañó a verlo junto a Katerina, demostrándole que no estaba sola, que tenía una familia que la
amaba. Por tercera vez, habló con alguien de cómo se sentía, de sus pensamientos de rabia y del dolor
que había pasado desde la muerte de su madre. Pero esta vez tendría ayuda y eso la alivió, para ella
fue como si hubiese salido del armario, porque el secreto de cómo se sentía la estaba carcomiendo por
dentro.
El psiquiatra, después de escucharla, le hizo muchas preguntas, para explicarle más tarde que sufría de
una depresión. Le recetó tratamiento antidepresivo y la remitió con un psicólogo para que comenzara
con las terapias. Con el transcurrir de las semanas empezó a sentirse mejor, el tratamiento
farmacológico recetado por el psiquiatra estaba haciendo efecto y su terapia con la psicóloga iba muy
bien, esta le recomendó hacer ejercicio para segregar endorfinas y sentirse mejor. Cuando se lo
comentó a Rania, su amiga decidió hacerse cargo de su entrenamiento. Comenzaron caminando,
apresuraron el paso a medida que Jelena perdía peso. Cada kilómetro que caminaba sin detenerse era
una victoria que le hizo ganar confianza en sí misma. Comenzó a perdonar a Mikhail, ya no sentía tanto
resentimiento hacía él. Pensó en su posición y entendió que para él también debió ser duro que le
impusieran un matrimonio que no deseaba.
Tuvo que admitir ante sí misma que en cada oportunidad que se vieron el fue amable con ella, la dejó
quedarse a vivir con Ivanna y en cada cumpleaños y celebración le enviaba joyas y regalos con una
hermosa tarjeta.
Pensó que quizás hubiera una oportunidad de ser feliz a su lado. 1