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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 81
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Capítulo 81

– No digas tonterias -reprendio Sandra a su hermana. La expresión de la primera se volvió

extraña al ver a Kathleen. Con una expresión petrea, la ultima miró a Yvette y pronunció:

-Tienes boca pero no hablas bien.

-¿Que acabas de decir? -respondió Yvette con una voz muy aguda.

-No me entiendes? Si lo haces, entonces genial. Si no, parece que tu cerebro también está

defectuoso – replico Kathleen con un tono gelido.

– Kathleen, mi hermana no ha hablado en un tono agradable, pero ¿de verdad tenias que

criticarla asi? – intervino Sandra, frustrada.

-Bueno, ¿no fue tu hermana la que empezó? Seguro que sabes que siempre es el

instigador el que tiene la culpa.

Sandra se mordió el labio y no dijo nada. En aquel entonces, Kathleen le había dicho lo

mismo.

Yvette se burló:

– Kathleen, ¿por qué eres tan presumida? Tú y Samuel llevan tres años casados, pero él

acabó teniendo una amante de todas formas –se burlo Yvette.

El delicado semblante de Kathleen palideció un poco. Antes, Samuel y Nicolette

aparecieron juntos en la residencia Yoeger. Todo el mundo en Jadeborough sabia que el

incluso le dio de comer en la fiesta.

En ese momento, su matrimonio aún no se había anunciado al público, por lo que todos

pensaron que Samuel y Nicolette serian pareja.

– ¿Por qué el silencio? – pregunto Yvette con suficiencia.

-Aunque tenga una amante, has decidido insultarme a mi, la esposa, en lugar de culpar al

hombre infiel. ¿Dónde está tu moral?-dijo Kathleen, calmada.

Yvette se quedó atónita por un momento antes de responder enfadada:

– Kathleen, deja de sermonearme como si estuvieras en la cima de la moral. Hace tiempo

que me informe sobre esto; Samuel y Nicolette eran una pareja, para empezar. ¡La que le

arrebató la pareja a otro fuiste tu! Tu eres la rompehogares.

-¿Lo soy? Qué lástima, la «rompehogares» a la que te refieres es en realidad la verdadera

esposa de Samuel, mientras que Nicolette se convirtió en la amante que todos odian.

¿Contenta?

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–Kathleen, mujer vil y desvergonzada! ¡Samuel se divorciará de ti tarde o temprano! ¡Puta

destructora de hogares! – Yvette siseo con los dientes apretados,

-Yvette! Sandra arruyó las cejas. Kathleen serio en voz alta y dijo con desden:

–¿Soy una perra rompehogares? En que convierte eso a tu hermana?

Al oir eso, la expresión de Sandra se volvió sombria.

— Que le pasa a mi hermana?-dijo Yvette con los brazos en alto-¡Es mil, no, un millón de

veces mejor que tu!

Kathleen miró a Sandra con desden y pronunció:

-Sandra, si no puedes contener a tu hermana ni siquiera un poco, no me culpes por lo que

haré.

-Deja de hablar -dijo Sandra mientras tiraba del brazo de Yvette, con la intención de

arrastrar a su hermana

-Sandra, ¿que estás haciendo? ¿Por qué le tienes miedo? -Yvette frunció el ceño- ¡Es una

destructora de hogares, una zorra que destruye las relaciones de los demás! ¿Qué

derecho tiene a ser la joven señora de la familia Macari?

-Si yo no tengo derecho, ¿lo tienes tu? -una pizca de desprecio lleno los hermosos ojos de

Kathleen.

-Si tuviera derecho, estoy segura de que Samuel me querría -declaró Yvette con

seguridad.

En realidad, sus ataques a Kathleen eran por sus celos, no por apoyo a Nicolette.

Yvette conoció a Samuel gracias a Sandra. Más que decir que lo «conocía», en realidad

solo veía su foto, ya que iban al mismo colegio.

A Yvette le gustaba Samuel casi hasta la obsesión. Aunque había ideado innumerables

planes para acercarse a él, no tuvo éxito ni una sola vez. Era imposible para personas de

su estatus social acercarse a ese hombre.

Tal vez podria haber tenido la oportunidad de ponerse en contacto cuando todavia eran

compañeros de curso. Porque después de eso, no volvieron a ponerse en contacto. Y asi,

Yvette perdió cualquier posibilidad de verlo.

Aunque se esforzo mucho durante los últimos años, sus esfuerzos resultaron inutiles. Sólo

cuando Samuel anunció su matrimonio con Kathleen, hace algun tiempo, descubrió que

estaba en pareja. Además, la mujer con la que se habia casado era una huérfana sin

padres.

Para Yvette, Kathleen no estaba a su altura, mas que por el hecho de ser guapa. Por eso,

cuando la vio, intentó todos los métodos para humillarla.

Después de todo, la persona que le gusta a Samuel es Nicolette. A él no le importaria lo

que le pasara a Kathleen, penso.

-¿Tu? -Kathleen insultó-: En aquel entonces, tu hermana lo intentó todo y fracaso. No eres

ni la mitad de guapa que ella, asi que ¿qué te hace estar tan segura de ti misma?

La cara de Sandra se sonrojo:

– Ella nunca lo haria! -dijo Yvette con seguridad. ¡Te dare una lección si te atreves a acusar

a mi hermana de nuevo!

Despacio, Kathleen afirmo:

Estás segura? No puedes leer su mente, así que ¿cómo lo sabes? Recuerdo que ella

empleaba tácticas muy turbias.

– Kathleen es suficiente! -Sandra se mordió el labio y espetor: Nunca te he ofendido,

¿verdad? Por que tienes que aferrarte al pasado?

Quien le pidid a tu hermana que me atacara? – Kathleen dijo despreocupada-: Te acabo de

decir que no la estas conteniendo. En cambio, la dejas hacer lo que le plazca, ¿No es así?

Sandra se quedó sorprendida. Y Kathleen continuó con la mirada fija:

-Tuviste la oportunidad de impedir que escupiera tonterias, pero ¿lo hiciste? En absoluto.

Parece que, después de tantos años, sigues albergando segundas intenciones y

pensamientos impuros por otro hombre a pesar de tu próximo matrimonio. Dado que a tu

hermana le encanta ser una recta guerrera de la moralidad y señalar los defectos de los

demás, ¿cómo podria no hacerlo contigo?

-Kathleen, sigues siendo tan elocuente como siempre – comentó Sandra entre dientes

apretados.

-Gracias por el cumplido. Claro, no mostraría ninguna piedad con los malvivientes -acogió

con agrado el comentario de la mujer,

– ¡Cómo te atreves a regañar así a mi hermana! Quiero tu cabeza. -Yvette levantó el puño

y la apuntó.

Las comisuras de los labios de Sandra se curvaron hacia arriba. Queria ver a Kathleen

golpeada.

Los ojos de Kathleen eran frios como el hielo mientras miraba el puño de Yvette sin

moverse en absoluto. De repente, la estiraron con fuerza y cayó en un cálido abrazo.

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Inhalando el frio y amaderado aroma, enterró su cara en el pecho del hombre.

Se sintió agredida.

Samuel la abrazó mientras usaba el otro brazo para apartar a Yvette. Ella e Yvette

estaban sorprendidas.

«Es Samuel!»

Cuando hablo, fue como si el infierno se congelara:

-¿Quién les ha dado tanto valor para ponerle la mano encima a la joven señora de la

familia Macari?

-Samuel, cuánto tiempo sin verte -saludo Sandra con torpeza.

-¿Quién eres? -cuestionó él con desdén. La cara de Sandra se puso roja como la

remolacha. «¡Ya no me reconoce?», penso.

-Sr. Macari, ella es Sandra, su excompañera de clase. Me llamo Yvette y soy su hermana -

Yvette no esperaba encontrarlo, asi que estaba muy emocionada.

Los ojos de Samuel eran oscuros y frios mientras miraba a las dos hermanas.

–Les he preguntado: ¿quien les ha dado tanto valor para ponerle un dedo encima a mi

mujer?

-Fue ella quien regano a Sandra primero -justifico Yvelle- Señor Macari, ¿de verdad no se

acuerda de mi hermana?

– Es cierto? – Samuel bajo los ojos para mirar a Kathleen, que permanccia en sus brazos.

Los labios de la mujer tenian un exquisito tono rojo.

-Lo hice.

-Pues bien -dijo Samuel con indiferencia.

Las expresiones de Sandra e Yvette decayeron.

Contemplo el suave y dulce rostro de su esposa y pronunció:

-¿Creen que voy a creer que ha regañado a alguien al azar? La conozco. Si la gente no la

pusiera de los nervios, no arremeteria contra ellos.

Kathleen nunca fue una persona que no fuera razonable o que hiciera alarde de su poder

en público. Samuel lo sabia muy bien. Si de verdad fuera ese tipo de persona, no podría

haber tolerado en silencio ser su esposa durante tres anos. Si ella tuviera ese tipo de

intención, su relación se habría hecho pública hace mucho tiempo.

Por lo tanto, no fue Kathleen quien comenzó el alboroto.