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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 19
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Capítulo 19

– ¿Y si rechazo? -dijo Samuel con frialdad.

Por que? -La voz de Kathleen era distante-. Después de nuestro divorcio, puedes casarte

con Nicolette.

Samuel permaneció en silencio.

-¿Sigues esperando que done mi médula ósea? -La suave voz de Kathleen carecía de

emoción-. Samuel dejalo. No voy a donar mi médula ósea a Nicolette.

Samuel siguió conduciendo con indiferencia.

-¿Entonces no hay espacio para la negociación?

– No.-Kathleen se mantuvo firme en su decisión y negó con la cabeza.

«¿Qué pasará con mi bebé si dono mi médula ósea a Nicolette? Mi bebé no se convertirá

en la ofrenda de sacrificio a su amor».

Samuel pisó el acelerador y aumentó la velocidad.

Kathleen agarró con fuerza el pomo de la puerta del coche y su rostro palideció.

Al llegar a la residencia de los Macari, Kathleen se bajo y vomito en el parterre con la

espalda doblada. Su rostro, claro y pequeño, estaba pálido.

Samuel se arrepintió de haber conducido tan rápido antes.

-¿Estás bien? -Samuel se acercó a apoyarla.

-¡Pierdete! – Las lágrimas brotaron de los ojos de Kathleen.

Su aspecto era más lamentable después de sufrir agravios con su aspecto originalmente

frágil.

-¿Qué ha pasado? – María salió de la mansion-. Sra. Macari, ¿está usted bien?

-Estoy bien, María. -Kathleen quiso ponerse de pie, pero las piernas le flaqueaban.

Maria la apoyó rápido.

Todos en la familia Macari, excepto Samuel, sabían que la constitución del cuerpo de

Kathleen habia sido débit.

Como Kathleen era de baja estatura, todo el mundo se compadecía de ella cada vez que

ponía buena cara y se negaba a contar cuando se encontraba mal.

No tenia padres. Aunque estaba casada con un miembro de familia Macari, no tenía

sentido de pertenencia, ya que Samuel no la queria.

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Kathleen siempre se presentaba como una invitada en la casa.

Samuel tomó a Kathleen en brazos y se dirigió hacia la mansión.

-Abre la puerta -le dijo a Maria.

María corrió hacia delante y abrió la puerta.

Samuel llevó a Kathleen arriba y se dirigió a su habitación,

En ese momento, Kathleen estaba peleando con los ojos.

la sensación de nauscas que le producia el embarazo era insoportable.

Al pensar en su sufrimiento anterior, sus pequeñas manos se aferraron a la camisa blanca

del hombre mientras lloraba sin control.

Se abstuvo de llorar abajo porque temia que Diana la oyera. Por eso, sólo lloró al entrar en

la habitación.

Samuel la cargo y se sentó en la cama, poniéndola en su regazo como si sostuviera a un

niño.

-No llores más. Tienes la piel sensible. Se enrojece cuando lloras. -Samuel le secó las

lágrimas con sus dedos frios y ásperos.

Nunca la había visto llorar tanto.

-Samuel, ¿cómo has podido intimidarme y amenazarme? –Kathleen lloró y dijo apenada-:

¡La mujer que te gusta es tu novia, pero yo también soy la novia de otros!

-¿De quién eres tú, cariño? – preguntó Samuel con frialdad.

«¿Alguien le dijo que era su novia?»

-¡Abuela, tu madre, todos! Pero no la tuya. -Kathleen sollozó-. ¡Si mis padres estuvieran

vivos y supieran cómo me has intimidado, seguro que irian a por ti!

La mirada de Samuel se mantuvo en ella.

-¡Solo porque ya no tengo parientes y nadie puede darte una lección por mi, me estás

intimidando por todo lo que quieres! Eres demasiado, Samuel! -Kathleen seguía

sollozando y se derrumbaba.

Ella habia estado tolerando mucho durante los últimos días.

Samuel solto un suspiro. La abrazó mientras le daba ligeras palmaditas en la espalda con

una de sus manos.

-Acepte tu petición de ocultar nuestro divorcio a la abuela y al resto de tu familia. ¿Qué

más quieres de mi? -Kathleen se atragantó mientras sollozaba-: ¿Quieres verme muerta?

-No-Samuel se sintió impotente.

El nunca habia querido su muerte. Al contrario, se sentia culpable hacia ella. De ahi que

quiera cuidarla bien y no dejar que nadie la intimide a pesar de su divorcio.

-Samuel, dime¿Fue un error amarte? – Las pequenas y tiernas manos de Kathleen

sujetaron su cuello

Dime, me equivoqué?

La mandibula inferior de Samuel se tenso y dijo con indiferencia:

–Kathleen, no hay nada malo en que te guste otra persona. Es sólo que no siento nada por

ti.

Kathleen respiro profundamente para no llorar. Tenia miedo de que pudiera afectar al

bebé.

-Tienes razón. No hay nada malo en que te guste alguien, pero por favor no pisotees mi

amor. – Kathleen fruncio los labios. Ya he cedido y he aceptado el divorcio. Sin embargo, tu

sigues obligándome a salvar a Nicolette. ¿No crees que es demasiado? Hay mucha gente

ahí fuera, y puedes encontrar a otra persona que pueda donar su medula ósea a Nicolette.

¿Por qué tienes que hacerme donarle a ella? Te amé de todo corazón. ¿Cómo puedes

pisotear mi amor por ti?

Los ojos de Samuel se oscurecieron al mirarla.

Por fin dejó de ser sarcástica con él y se comporto como la persona amable que el

conocia.

Se quejó de manera tierna en lugar de agitarlo con frialdad.

A Kathleen se le ocurrió algo de repente.

Bajo del regazo de Samuel y sacó la tarjeta de crédito negra de su bolso, lanzándosela.

– Tómala. Ya que has cancelado la tarjeta, no me sirve de nada.

«¿Cancelado?»

Samuel frunció el ceño.

– No he cancelado tu tarjeta.

Además, no tenia intención de recuperar la tarjeta.

Samuel pensaba que Kathleen podia seguir usando su dinero aunque estuvieran

divorciados. No deseaba que ella se preocupara por asuntos monetarios.

Desde el día en que se casó con él, nunca habia dejado que se sintiera preocupada

economicamente. No pensaba dejar que eso ocurriera también en el futuro.

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-Si no lo cancelaste tú, ¿quién más lo hizo? -Kathleen dijo furiosa-: En cualquier caso, no lo

quiero. No te quiero a ti. No quiero quererte más. Estoy harta,

Samuel se levantó y se acercó a ella con paso imponente.

La euforia se apodero de su bello y delicado rostro mientras retrocedia y al final terminaba

de espaldas a la puerta

Samuel apoyó un brazo en la puerta y le dedicó una mirada fria.

–¿Ya no me quieres ni me amas? ¿Estás harta de mi?

-Eso es! -dijo Kathleen, con sus dientes blancos y nacarados visibles mientras grunia-.

Puedes amar a quien quieras a partir de ahora. Buscaré otro hombre después del divorcio.

El próximo será mejor y más cariñoso.

Una rabia incontrolable surgió dentro de Samuel.

Agarró a Kathleen por la barbilla y se burló:

-¿El próximo será mejor y más cariñoso? Si no te dejo ir, ¿cómo vas a encontrar al

siguiente, Kathleen? Los enviare a ti ya tu nuevo hombre a la cárcel por cometer bigamia.

iPar!

Kathleen le dio una fuerte bofetada a Samuel y lo miró con sus ojos de dolor.

-¿Que tan desvergonzado puedes ser, Samuel? Me refiero a después de nuestro divorcio.

¿Crees que todo el mundo es como tú y Nicolette?

Samuel sonrio.

-¿Y qué puedes hacer al respecto?

Todo el cuerpo de Kathleen temblaba de ira.

Samuel le acarició la cara y se burló:

-Tu bofetada fue como un cosquilleo. Con facilidad harias que a cualquiera se le ocurriera

intimidarte cuando estas asi.

«Es un conejito y un pastel suave. Suave, lindo, tierno y delicado».

Kathleen se mordió los labios y miro al hombre que se acercaba a ella.

-Samuel, no te atrevas a tocarme. Si no, se lo diré a Nicolette.

-Adelante. -Samuel la agarró de la muñeca-. Veremos si aún tienes fuerzas dentro de un

rato.

-¡Tu! – Kathleen lo fulminó con la mirada-.¡Oomph!

Samuel le levantó la barbilla y le besó los labios.

A continuación, una tormenta recorrió la sala.