Capítulo 645
El lunes, en el trabajo Marisol estaba rnirando fijamente la pantalla de su computadora,
mientras apoyaba su barbilla en la mano.
¡Qué tentación!
Aunque Antonio fue tan gentil como le habla dicho, no fue tan rudo como esa noche, pero
aun así, no había sido fácil para ella. Al final, cuando perdió la consciencia, el cielo ya
estaba mostrando la luz del día.
Ella pensaba confusamente, ¿seguro que él estaba enfermo?
¿Cómo es que tenía tanta energia?
Por la mañana, entre sueños, escuchó que una llamada telefónica lo había llevado lejos,
seguramente del hospital, y luego ella durmió todo el dia en la cama, se tomó un vaso de
jugo por la noche y continuó durmiendo hasta que por la mañana finalmente sintió que
había recuperado su energia.
¡La indulgencia daña el cuerpo!
Marisol finalmente entendió el significado de esas palabras.
Cuando estaba a punto de terminar el dia, su compañera de trabajo Gisela recibió una
llamada y de repente se levantó de un salto, empujando su silla hacia atrás con fuerza,
con una expresión de ansiedad en su rostro.
Marisol, preocupada, le preguntó, “¿Qué pasa, Gisela?”
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Gisela, nerviosa, le dijo, “Llamaron del hospital, la enfermera en jefe dijo que Nina se
peled con otro niño en la habitación de al lado.”
Aunque solo había estado trabajando en el canal por apenas dos meses y todavía estaba
en periodo de prueba, por ser de edades similares, Marisol y su compañera Gisela se
llevaban muy bien y ella sabia bastante sobre la vida personal de Gisela.
Gisela, a pesar de que era tan joven, tenia una hija de cinco años llamada Nina, y era
madre soltera sin siquiera conocer al padre del niño. Siempre había contado con la ayuda
de sus padres para cuidarla, y, como si ser madre soltera no fuera suficientemente dificil,
el año pasado Nina fue diagnosticada con leucemia y desde entonces no habia salido del
hospital.
Mirando el reloj, Marisol no pudo evitar organizar las cosas de Gisela, “Es normal que los
niños tengan conflictos. Ya casi es hora de salir, ive rápido a verla!”
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Gisela, entre ansiosa y agradecida, le dijo, “Pero hace diez minutos el editor me dio dos
borradores de noticias para editar antes de las nueve, jo no llegarán a tiempo para la
transmisión en vivo de esta noche!”
Al escuchar esto, Marisol inmediatamente le respondió, “No te preocupes, déjame los
borradores a mi, tú ve a lo tuyo y no te inquietes.”
“¡Está bien, entonces me voy, Marisol!“, Gisela le dio una palmada en el hombro y salió
apresuradamente de la oficina.
Los compañeros de trabajo se fueron uno tras otro, y Marisol quedó sola frente a su
computadora, concentrada en editar los documentos. El gran espacio solo resonaba con el
sonido de sus dedos golpeando el teclado. De repente, su teléfono celular en el cajón
comenzó a sonar. Extendió la mano para contestar la llamada.
En la llamada, escuchó una voz profunda de hombre, “¿Estás en casa?”
Marisol se sorprendió y miró la pantalla, que mostraba el nombre “Antonio Patan“.
Levantó la vista hacia la oficina vacía y negó con la cabeza, “No, todavia estoy en la
empresa.”
“¿Aún estás trabajando a esta hora?”
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“Si, tengo que editar dos borradores de noticias para la transmisión en vivo de esta
noche.”
Hubo un breve silencio por parte de Antonio, seguido por otra–pregunta, “¿Cuánto tiempo
te llevará terminar?”
Marisol movía el ratón rápidamente, debido a que ambos borradores eran bastante largos
y con mucho contenido importante, hacia que la edición fuera lenta. Miró el reloj en la
esquina inferior derecha y calculó, “Probablemente al
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Capitulo 645
menos una hora.”
“Entendido“, Antonio le respondió y luego colgó.
Marisol se quedó mirando la pantalla de su teléfono, confundida por el último entendido
sin entender sus intenciones, y antes de poder preguntarle si necesitaba algo,
simplemente rodó los ojos y volvió a poner el teléfono en el cajón para seguir trabajando
en su computadora
El tiempo pasó rápidamente y en silencio, y una vez que terminó con los borradores,
Marisol sintió que sus ojos. comenzaban a irritarse.
Mientras guardaba sus cosas, se masajeaba sus hombros adoloridos y apagaba todos los
dispositivos, y luego salió de la oficina. Justo cuando se dingia hacia el ascensor su celular
sonó nuevamente, mostrando “Antonio Patán en la pantalla. Frunció el ceño.
¿SI?”
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“Marisol, ya ha pasado una hora.”
La voz grave de Antonio sonaba claramente impaciente.
Marisol se quedó paralizada por un momento. “¿Ah?”
“¿Ya terminaste con el trabajo extra?” le preguntó Antonio con tono de voz irritado, como
si pudiera escucharse el sonido de su respiración entre bocanadas de humo.
“Ya terminé, estoy bajando,” le respondió Marisol, echando un vistazo al ascensor que
subia.
Aloir esto, la voz de Antonio se suavizó un poco y lanzó, “Mmm, te espero abajo!”
¿Abajo?
Marisol se quedó mirando su teléfono después que Antonio colgara rápidamente, y
parpadeo lentamente, sin entender bien por qué, pero sintiendo cómo su corazón
comenzaba a latir más rápido..
Al salir del ascensor, a través de las puertas giratorias, Marisol vio desde lejos el Cayenne
negro de Antonio aparcado al borde de la calle, destacándose en la oscuridad con las
luces de la ciudad empezando a brillar.
Se acercó con una expresión de asombro. “Antonio, ¿cómo es que viniste?”
Antonio llevaba una rara camisa blanca aquel dia, pero seguia con sus pantalones gris
oscuro y unas zapatillas deportivas de edición limitada. A pesar de la simplicidad de su
atuendo, no le hacía falta más para destacar, especialmente con ese rostro excepcional.
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Tenia un cigarrillo entre los dedos, llevándolo a sus labios para darle una calada, el humo
blanco se elevaba, y sus ojos entrecerrados por el humo que subia se volvian aún más
encantadores y seductores, atrayendo las miradas de varias chicas que pasaban por alli.
Pensando en la llamada anterior, Marisol no estaba segura y le preguntó, “No habrás
estado… ¿esperándome aquí durante una hora, verdad?”
Antonio apagó la colilla que habia terminado y la lanzó a la papelera cercana, sus labios
se curvaron en una sonrisa ambigua, su tono era mitad en serio mitad en broma, “Como
marido, ¿no es normal recoger a tu esposa después del trabajo?”
Un escalofrio recorrió el corazón de Marisol, pero se burlo diciéndole, “Nadie te cree!”
Antonio metió las manos en los bolsillos, con una pereza afectada, “He venido por esa
comida que me debes!”
Como era de esperar, Marisol puso una cara de ‘ya lo sabia, y ya que habia sacado el
tema de esa comida y ella le había hecho una promesa, no se echó atrás, abrió la puerta
del copiloto y se sentó en el coche.
Mirando las luces de neón que empezaban a brillar a ambos lados, ella le recordo, “Ya te
dije que no puedo invitarte a nada caro, soy una simple trabajadora, no puedo gastar
tanto como ustedes, los doctores especialistas.”
Antonio levantó las cejas en señal respuesta.
Después de conducir unos diez minutos, el Cayenne negro entró por una entrada
subterránea. Dentro ya había varios espacios ocupados y tuvieron que dar una vuelta
antes de encontrar un lugar. “¡Llegamos!”
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“El supermercado?” Marisol observó como una persona pasaba delante de ellos cargando
bolsas con dificultad Antonio tambonleo con sus dedos sobre el volante, Si, compraremos
comida y tú me cocinas.”
“Pero yo
Marisol comenzó a decirle con muchas dudas, pero rápidamente pensó que sería mucho
más barato si lo hacia ella misma, tragándose sus palabras y desabrochándose el cinturón
de seguridad, le dijo con entusiasmo, “Vale,
vamos!”
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