Voto de confianza.
Los rayos de sol que se colaban por la ventana daban directo a mi rostro, logrando que despertara del sueño más cómodo y
relajante que había tenido en toda mi vida, habla dormido como un bebé, ni siquiera queria abrir los ojos, si no hubiese sido
porque alguien dejó las cortinas abiertas, me quedarla durmiendo todo el dia.
Me removi en la cama buscando la comodidad y no fue dificil encontrarla cuando mi brazo rodeo una almohada que, aunque era
muy dura, olia de maravilla. Inhalé con fuerza y busqué en mi memoria aquel aroma tan familiar, pero seguia medio dormida y
se me hizo imposible adivinarlo.
-Buenos dias, Sarah. -escuché aquel susurro muy cerca de mi rostro y aunque estuviera más dormida que despierta, sabia
quién hablaba, aunque tal vez se trataba de eso, como no estaba del todo consciente, comenzaba a alucinar con ese hombre.
Abri mis ojos lentamente, encontrándome con un par de ojos color miel que me observaban de cerca, examinando mi rostro
como si quisiera grabárselo en su memoria y las comisuras de mis labios se curvaton sin poder evitarlo, dibujando una tonta
sonrisa en mi rostro, pues mi mente seguía jugando en mi contra, pero esta vez era como si estuviera en aquellos tiempos en
los que me senti tan plena, sin preocupaciones, al despertar al lado del hombre que me hizo su esposa.
Lo observé sin borrar mi sonrisa por un largo tiempo y también esbozó una sonrisa sin apartar sus ojos de los mios, fue
entonces cuando cal en cuenta que esto no era ni mi imaginación, ni un sueño, ni era mi mente jugándome una mala pasada.
Acababa de despertar en la misma camia que Alexander Lancaster y lo que estaba abrazando no era una almohada, era su
cuerpia que estaba muy cerca del mio llenándome de calor y recordé de inmediato que el maravilloso aroma que no podia
recordar hace un momento, era el suyo.
Esfumé la sonrisa de mis labios y me senté recordando como es que había terminado en aquella cama, en aquella habitación y
despertando con mi exesposo, entonces, las imágenes llegaron de inmediato a mi cabeza, logrando que mis mejillas se
encendieran de la vergüenza.
Ayer habia perdido el control total de mi e hice cosas que jamás haria estando cuerda, recordé cada una de las palabras que le
dije a Alexander y los sentimientos que afloraban dentro de mi antes y después de besarle con fervor, y si desperté en la misma
cama que él, fue porque yo se lo pedi cuando se detuvo antes de llegar más lejos que un simple beso,
No, no, no. No..
Ese té, esa taza de té me hizo obrar fuera de la razón, me hizo quedar como una autentica estúpida, como si hubiese estado
pasada de copas. Y es que, hubiese preferido estar ebria, asi olvidaria lo que pasó ayer, mejor dicho, lo que hice, ahora no
sabia dónde meter la cara de la vergüenza.
Aclaré mi garganta, mientras frotaba mis sienes sin saber qué decir o cómo escapar de aqui, pero eso seria muy cobarde de mi
parte, no había otra manera que dar la cara por mis actos.
Eh, Alexander, yo... yo lo siento por ponerte en esta situación, yo no deberia estar aqui. -como no sabia ni por donde comenzar
comencé disculpándome sinceramente, aunque Alexander no se movia de su lugar, permanecía tumbado en la cama con un
brazo aguantando su peso para mirarme mejor y en sus ojos pude notar un toque de diversión.
-Anna ha traido el desayuno. Desayunemos primero, hablamos después, ¿te parece?-me quedé en silencio cuando Alexander
ignoró la que acaba de decir y cambiaba de tema drásticamente. No me opuse porque tenia mucha hambre.
El té de ayer, aparte de relajarme más de la cuenta, también había esfumado cualquier sentimiento y pensamiento negativo, ya
no sentia rabia por Alexander, es como si se hubiese llevado consigo todo lo malo, dejándome aliviada y serena, aunque tal vez,
la conversación con Rachel también tenía mucho que ver.
En este momento, la verguenza era la que me superaba.
¿Qué clase de té milagroso he tomado?
Después de un largo silencio, asenti con mi cabeza en respuesta y Alexander sonrió satisfecho antes de levantarse de la cama
y acercar a la cama el desayuno que Anna dejó quien sabe en qué momento, solo espero que la comida no tenga el mismo
efecto que el té.
Alexander dejó la bandeja sobre mis piernas y se sentó a mi lado con su propia bandeja. Me mordi el labio inferior mientras
pensaba
tiempo
atrás.
-Gracias. -dije esfumando aquellos pensamientos que me hacian sentir como una tonta y me sonrió en respuesta antes de
probar su.comida.
El desayuno transcurrió en completo silencio, lo cual agradecia, pues aproveché la oportunidad para aclarar mis ideas y que la
vergüenza por lo que hice ayer se esfumara por completo.
Sin embargo, bocado tras bocado, no podía dejar de recordar el momento en el que me lancé a los brazos de Alexander para
besarle acaloradamente, demostrándole abiertamente que estaba dispuesta a llegar más lejos, por suerte, él fue muy
respetuoso y me detuvo, de lo contrario, estaria arrepintiéndome en este momento.
Cuando le di el ultimo trago a mi jugo de naranja, Alexander se tomó la molestia de retirar las bandejas y tras dejarlas en la
mesa, volvió a la cama sentándose a mi lado con la mirada fija en el techo, no sabia lo que estaba pasando por su cabeza en
este momento y los nervios que comenzaban a burbujear en mi sistema me impedia iniciar una conversación con él, ni siquiera
sabia de qué hablar, aunque había muchos temas pendientes.
-Hablaste con Rachel.-más que una pregunta, sonaba como una afirmación, y de tantos temas, comenzó con el que no queria
tocar en este momento, pero nos debiamos una conversación y era mejor temprano que tarde.
Con la mirada puesta en el techo, al igual que Alexander, respondi.
Hablé con ella. aunque por dentro estaba echa un manojo de nervios, me sentia cómoda hablando civilizadamente por primera
vez con Alexander sin que un insulto hacia él se pasara por mi mente.
-Y, ¿qué piensas al respecto?-preguntó a mi lado mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho y un suspiro se escapó de mis
labios.
Pensaba muchas cosas al respecto, pero de mis labios salieron las palabras que más me costaban y que Alexander merecia
escuchar.
He sido dura contigo todo este tiempo, me he dejado llevar por la rabia, porque cada vez que te veia, veia a ese hombre que
encontré con mi amiga y aunque ahora me entero de que no pasó nada, es inevitable pensar en ello. -hice una pausa mientras
recordaba la conversación con mi padre. Ambos tomaron decisiones equivocadas por la presión de saber que el peligro estaba
cerca, ambos tenían la única intención de protegerme, poniendo en riesgo su tranquilidad y su felicidad.
Estaba por seguir diciendo lo que pensaba, pero Alexander me interrumpió, mientras apartaba la vista del techo y se
acomodaba para mirarme desde un lado.
Sarah Doinel está aceptando que fue dura conmigo. Te ha sentado muy bien ese té, ¿quieres más? -dijo en tono divertido y no
pude evitar reirme sin mirarlo, pues no queria que notara la vergüenza que seguia reflejándose en mis ojos, al recordar mis
acciones de ayer. Cuando mi risa cesó, mire a Alexander que ahora estaba con expresión seria.
No gracias, no quiero volver a perder la cordura, ayer no estaba pensando con claridad, disculpa por lo que hice, me siento
avergonzada. dije, mientras me acomodaba sobre la cama al igual que él lo hizo hace un momento, de modo que ambos
quedamos frente a frente.
¿No pensabas con claridad? Yo diria que nunca habias estado más cuerda. ¿Sabes por qué? Porque derribaste ese muro de
piedra que construiste estos años, porque tu corazón comienza a descongelarse, porque es la primera vez que dices y haces lo
que sientes sin que la rabia que tienes acumulada te detenga, porque dejaste el orgullo a un lado. ¿Es que no lo ves? Estamos
hablando sin que comiences a regañarme. ¿De verdad no quieres más té?-una sonrisa se asomó en sus labios tras su pregunta
y no pude evitar admirat sus labios curvados y lo bien que le lucia sonreir.
Un impulso se adueñó de mi y esta vez estaba en mis cinco sentidos cuando me deshice del espacio que nos separaban,
juntando sus labios con los mios tomándolo por sorpresa.
Alexander no reaccionó, hasta que movi mis labios sobre los suyos en un profundo pero suave beso que me hizo temblar. Su
mano viajó hasta mi mejilla y pasé mi lengua por su labio inferior pidiendo permiso para que nuestras lenguas se tocaran. Ahora
estaba muy consciente de lo que estaba haciendo y era lo que quería desde el momento que abri mis ojos, pero no lo queria
aceptar. Alexander me besó dulcemente y un suspiro se escapó de mis labios cuando sus dientes atraparon mi labio inferior, era
muy propio de él hacer eso y no sabía que lo echaba de menos hasta este momento.
queria abrir los ojos por miedo a ver su reacción por mi beso inesperado, pues hace un momento me estaba disculpando por
haber actuado sin cordura y ahora lo estaba haciendo de nuevo muy consciente de mis actos.
-Alexander, yo... -estaba por disculparme de nuevo, pero Alexander siseó callando lo que iba a salir de mis labios y me dio un
fugaz beso antes de hablar.
No te disculpes, quién debe disculparse soy yo. mantuve de ese modo escuchando palabra por palabra, con el corazón latiendo
con fuerza. -Sé que no hay justificación y que te fui
Susurró sobre mis labios sin intención de separar su frente de la mia y me infiel desde el momento que cedi ante Rachel aunque
no hayamos llegado lejos, pero la sensación de saber que en cualquier momento podian disparar... Dios, lo recuerdo y se me
ponen los vellos de punta. Si he tomado malas decisiones es porque quise protegerte, si a ti te pasaba algo, mi vida no tendria
sentido, no lo iba a hacer porque yo queria, no, porque en mi mente no habia cabida a otra mujer, solo tú, Rachel te lo ha dicho,
no funcioné, ¿sabes por qué? Porque eres la única mujer que deseo, la única que hace reaccionar mi cuerpo, la única que hace
que mis nervios se alteren y la que hace que mi corazón se acelere. No pienso hablar sobre nosotros porque tienes razón,
nuestro matrimonio fallido fue construido a base de mentiras, yo te oculté a Alexis y tu me ocultaste tu verdagera identidad y tu
familia,
ambos teníamos nuestros motivos para hacerlo, pero hey, se supone que no debería haber secretos en un matrimonio. Es por
eso que ahora te vuelvo a pedir que me perdones, que iniciemos de nuevo esta vez siendo sinceros, que me des una
oportunidad como persona, que me dejes demostrarte que no soy lo que has pensado todos estos años de mí, a pesar de los
errores que he cometido y las malas. decisiones que nos empujaron hasta este punto, que me des una oportunidad como el
padre de tu hijo, empecemos de nuevo con una amistad donde puedas tolerar mi presencia sin atacarme al siguiente segundo,
después de todo, trabajaremos juntos por un largo tiempo y no olvides que estamos juntos para hacer caer a las personas que
quieren hacerte daño a ti y a tu familia. Te pido que me des una segunda oportunidad.-su petición me hizo separar de él para
mirarlo a los ojos.
Naturalmente, la desconfianza seguia vagando en mi pecho, a pesar de que se habia aclarado muchas cosas, no podia
cambiarlo de la noche a la mañana, me sentia a la defensiva cuando se trataba de Alexander por el daño que me hizo en el
pasado, por lo mal que la pasé por su culpa, sin embargo, estaba siendo egoista, estaba pensando solo en mí, esto no queria
decir que ibamos a retomar nuestra relación amorosa, pero significaba mucho para la vida de nuestro hijo, quien era el más
afectado de los problemas que hay entre ambos, por mi hijo podia arriesgarme a darle un voto de confianza y mejorar nuestra
relación como padres, como socios y como personas.
Solté un suspiro cansado y asenti con mi cabeza.
– Espero no equivocarme con esto, Alexander. Ambos hemos cometido errores, yo te menti con mi identidad y mi familia por
muchos años, también acepto que me equivoqué al ocultarte a Tristán, he sido una egoista al pensar solo en mi. Empecemos
de nuevo, esta vez siendo sinceros desde el principio, no me decepciones, no me hagas sentir como una estúpida por confiar
de nuevo en ti. accedi después de unos segundos en los que estuve dubitativa, por mi cabeza no dejaba de sonar la vocecita
una y otra vez, diciendo: No puedes equivocarte, Sarah.
Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de Alexander al escuchar mi respuesta y sus ojos brillaron aún más, admiré en
silencio lo hermosos que lucian con sus largas pestañas y como se achinaban al sonreír auténticamente.
No te voy a decepcionar, seria un gran imbécil si vuelvo a defraudarte, si lo hago, yo mismo me alejaré de ti, seré una mejor
persona por mi hijo y por ti. -dijo tomando mi mano entre las suyas y no pude evitar sentirme aliviada por haber dejado atrás una
etapa que fue tortuosa para mi. -Ahora que seremos sinceros, ¿de verdad crees que mis ojos son lindos? -Alexander pestañcó
más veces de las que deberia y escondi mi rostro entre mis manos al sentir mis mejillas sonrojadas por la vergüenza, mientras
me reía con nerviosismo.
-Lo he dicho sin pensar, no hablemos de eso ahora. -Alexander soltó una risita y al siguiente segundo escuché el tono de
llamada de mi celular devolviéndome a la realidad.
No habla revisado mi teléfono desde ayer que llamé a Vincent sin éxito alguno, olvidé por completo que debia mantenerme en
contacto con él.
Cogi el celular que estaba en la mesa de noche al lado de la cama y por supuesto se trataba de Vincent, de hecho, tenía varias
llamadas perdidas de su parte, debe estar preocupado porque no le he dado señales de vida.
-Hola, Vincent. Disculpa, no escuché las llamadas...-antes de que me dejara continuar, me interrumpió dejándome helada con
la noticia que me dio a continuación.
-Regresa ahora mismo a Paris, tus padres tuvieron un accidente.