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Dixon podía afirmar que su hermano no se equivocaba. Por mucho que el otro lobo dijera que su mate no estaba ahí y que el
olor de ella se hubiera desvanecido hasta solo ser una suave fragancia como símbolo de que en algún momento estuvo ahí, era
un lobo con un instinto lo suficientemente desarrollado para que este le indicara que ella no se había ido.
Clara estaba en esa casa. En algún lugar. No sabía cual, pero lo iba a encontrar
Sus orbes dorados se fijaron en Alester que pareció incómodo con la presencia de los dos lobos dentro de su casa, el olor de
sus feromonas y la rabia que de lejos se sentia desbordando desde ellos.
-Hermano, haces los honores tú, o yo- Ethan tenia una sonrisa siniestra en su rostro a pesar de que parecía relajado, pero se
notaba que estaba más allá de lo molesto incluso para levantarse de la cama en su estado – No toleraré que alguien como él le
haya puesto un dedo encima a mi mate.
Dixon miró a su hermano y se sorprendió que estuvieran en sintonía en ese momento.
-Lo haré yo – declaró. Ethan no era el alfa de la manada por lo que no podría poner orden, en cambio él... podría revolcarlo,
desgarrar su garganta, matarlo y aun así nadie interferiria. Ethan alzó los hombros con desinterés dejándole el resto a su
gemelo. Él también conocía los limites. Dixon se giró completamente e hizo crujir sus dedos entre sus manos en señal de lo que
iba a hacer.
-Solo déjalo vivo. Sácale los colmillos sin deseas, pero que pueda hablar – Ethan le advirtió. A su lado Will lo miraba con los
que Dixon.
-No me des órdenes – protestó el alfa caminado en dirección a Alester que había palidecido.
-No puede hacer eso-decía él mostrando sus colmillos, esos mismos que Dixon tenía en la mira. La valentía con la que había
tratado despóticamente a Clara se había esfumado. Aquellos dos gemelos eran grandes e imponentes a pesar de ser más
jóvenes que él – No se acerque alfa le gruñó pareciendo agresivo. Pero Dixon ni se inmuto. Solo tuvo que dejar salir un poco de
sus aplastantes feromonas de forma dominante y Alester cayó de rodillas temblando y pálido como el papel. No había duda de
donde la genética era más fuerte. Donde estaba el lobo que mandaba. Donde estaba el alfa que estaba sumamente molesto
porque le habían tocado su mate, y quien lo hubiera hecho pagaría las consecuencias.
Will estaba sin palabras ante la escena que se había desarrollado delante de él. Cerca de él la loba estaba sumamente aterrada
y no emitía sonido alguno. Varios lobos se habían agrupado fuera de la casa mas no se atrevían a entrar. Ethan bloqueaba el
camino y no se atreverían a retarlo, ni él ni su hermano.
Alfa que en ese momento se enderezo, con las manos embarradas en sangre y que al abrirla cayó al suelo precisamente un
colmillo acabado de ser arrancado. El lobo delante de él solo podia geinir de dolor en el suelo, temblando, siendo casi una masa
amorfa entre la sangre y inoretones en su plel.
Dixon corrió la cabeza hacia atrás, para quitar el cabello que se había pegado a su frente y rostro, y dejó salir un suspiro
cansado. Se sentía algo mejor. Después miró al lobo desde arriba.
-Habla ¿dónde está Clara?- sonaba tranquilo, nada más lejos de la realidad. Aun así, el lobo no habló. El alfa alzó una ceja y
solo necesito usar sus feromonas para hacerla temblar aún más y eso imagen le hizo recordar a Clara, como siempre huía de
ellos, como una cachorra asustada
-Llévame a donde está ella- le ordenó. Sus ojos eran completamente lobunos. Los iris totalmente dorados, y la zona blanca
había tomado una coloración oscura
La loba solo alzó un brazo, indecisa, después de notar que su esposo no haría nada dado que no se podía mover. En ese
momento, aquellos dos machos daban más miedo que él. Los dos gemelos miraron en dirección a donde señalaba y no
dudaron en dirigirse allí, a la cocina, dejando que el beta se encargara de lo demás en la sala aunque el alfa ya había estado
ahí antes. Ambos se detuvieron y no encontraron nada más que la estufa, y los complementos para cocinar.
– Parece que tendrás que traer a esa rata hasta aquí para que nos diga donde está- Ethan habló en voz baja. No estaba
contento, su expresión era amenazadora.
Dixon entrecerró los ojos y se concentró. Alli dentro podia sentirla, aún más cerca, Clara estaba ahí. En alguna parte. En eso
vislumbró algo que le pareció familiar. Se acercó allí y se arrodillo. No pudo creerlo y su mano temblo al agarrar un muy fino
mechón de pelo regado en el suelo cerca de una pared limpia.
Al enderezarse se quedó mirando el cabello que parecía haber sido brutalmente arrancado y por la forma que estaba en el
suelo indicaba que antes había más. La rabia consumió casi su raciocinio por lo que gruñó cuando el cabello fue arrebatado de
su mano. Ethan ahora a su lado lo acarició entre sus dedos.
-Esto... es de Clara- olía a ella. Bien sabían cómo se sentia el cabello suave y delicioso de la loba. Eso fue suficiente para que
ambos mostraran sus colmillos desfigurando sus rostros. Sus garras habían salido amenazadoramente y sus brazos se cubrían
de pelaje negro y crema alternativamente. Ambos giraron su rostro hacia aquella pared frente a ellos que desde lejos parecía
inofensiva, pero ahora... y con el cabello de su mate cerca, no había dudas.
Y como si estuvieran sincronizados, ambos levantaron su pierna y golpearon con fuerza. La puerta oculta detrás de un fino
panel blanco se astillo dejando a la vista un pasadizo oscuro y profundo. Uno que de seguro los llevaría en dirección a su imate.