Capítulo 7
Cuando puso un pie fuera del taxi, la puerta de la casa de su hermana, Ivanna, se abrió y su hermana
corrió hacia ella.
-¡Nos tenías muy preocupados! ¿Dónde estabas? -preguntó abrazándola.
-Lamento haberos preocupado, estaba cansada y necesitaba pensar, así que me quedé en un hotel.
-Debiste habernos llamado, cariño, sabes que siempre estaré para ti
-Lo sé, hermana, pero soy una adulta y esto necesito resolverlo por mí misma -respondió Jelena.
Jelena sabía que Ivanna la amaba como una madre y se arrepintió de no haber pensado en ella cuando
ideó su plan. Desde que llegó a su casa no había hecho más que darle preocupaciones a su hermana,
se propuso que esa fuese la última. A partir de ese momento mantendría la fachada de felicidad, no solo
para ahorrarle quebraderos de cabeza a Ivanna sino también porque su orgullo no le permitiría dejarle
saber a su padre o a la familia de Mikhail de que él solo se casaría por ella por obligación o lo que era
peor por lástima.
Las palabras de Ivanna la sacaron de sus pensamientos:
-Está bien, cariño, Mikhail está esperándote – Le informó su hermana mientras la guiaba por la cintura
hacia la casa-. Tuvo que dar muchas explicaciones para calmarme, no sabía que ustedes se estaban
viendo a escondidas, que tú te sentías muy presionada con la boda. Nos contó de su pelea de la noche
anterior y que te fuiste furiosa de su apartamento.
«Que buen mentiroso es», admitió para sí misma. Mejor, así le evitaba dar tantas explicaciones y decir
todas las mentiras que había preparado con antelación. Lo bueno de que él hubiera dado las
explicaciones es que logró tranquilizar a su hermana.
Entraron a la casa y en el recibidor encontró con su familia esperándola. Su prometido la miraba
echando chispas de rabia por los ojos. Su otra hermana, Katerina, la escrutaba con la mirada, no muy
convencida de la historia que contó Mikhail, pero sin atreverse a cuestionarla abiertamente. Ella también
había guardado unos cuantos secretos, pero estaría muy pendiente de cómo se desarrollaba esa
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y no iba a permitir que volviera a caer en el pozo profundo de depresión en el que estuvo tantos años.
La mirada de Alexander era escrutadora, conocía su historial médico de Jelena y estaba preocupado,
estaba seguro de que esta situación no le haría ningún bien a la salud mental de su cuñada. Por su
parte, Gema quería sacarla de allí e interrogarla, estaba al tanto de que Mikhail no sabía que se había
acostado con Jelena hasta que Konstantin lo llamó. Ella estaba allí así que por supuesto que sabía que
todo lo que el contó eran mentiras. Conocía a Jelena mejor que todos los presentes y sabía que algo
debió ocurrir para que actuara así.
Jelena calmó a sus hermanas y cuñados; y a Gema le susurró al oído que hablarían al siguiente día
hablarían, sabía que, de todo el grupo que la esperaba ella era la única a la que no podría engañar.
–Lamento haberlos preocupado, no creí que saldría algo en la prensa, necesitaba pensar y ahora que
estoy más calmada y con la mente más clara me gustaría hablar con Mikhail a solas, por favor.
-Puedes usar el estudio de Gael estoy seguro de no le importará –respondió a Ivanna. -Nosotros nos
marchamos -dijo a Alexander.
Katerina, su esposa, se levantó de inmediato, sabía que ese día no podría hacer nada más.
-Nosotros también -dijo Konstantin acercándose a Gema, su prometida, la joven, aunque renuente se
levantó para marcharse.
Ivanna fue a despedir a la familia y Mikhail y Jelena se marcharon al estudio para hablar, en ese
momento, Jelena respiró profundo, su actuación debería ser impecable para horrorizar a su
futuro marido.
-¿Por qué? -preguntó Mikhail en cuanto se quedaron solos, había tenido el día para calmarse.
-Eres mi prometido y erróneamente querías romper el compromiso. No pensarías que lo iba a permitir,
¿verdad? -preguntó burlona -¿O acaso pensabas que me ibas a dejar de lado como si fuera indigna de
ser tu esposa? No, Mikhail. ¡Te casarás conmigo! -Las últimas palabras las dijo con furia.
-Jelena, nunca dije que no me casaría contigo. Tú no querías verme así que asumí que la que no
deseaba casarse conmigo eras tú. -replicó furioso -Soy un hombre de honor y nunca dejaría de cumplir
mi palabra. No tenías necesidad de comportarte como una mujer de la calle para llamar mi atención -
acusó despectivo.
Jelena vio todo rojo de la furia. -¿Mujer de la calle? ¿Quién demonios te crees para juzgarme, maldito
infeliz? No eres más que un puto que se va con cualquiera, todos estos años aguantando que me
pusieras los cuernos. ¿ Qué pensabas?, ¿qué no me las iba a cobrar? Mikhail se arrepintió de inmediato
de sus palabras, estaba tan furioso que la atacó sin pensar en lo que decía. Pensó que todo se estaba
saliendo de control, estaba muy bravo por el engaño y no entendía por que ella se comporto de esa
manera. Trató de mantener la calma. Empezó a contar despacio, mientras miraba a su futura esposa
respirar agitada, con los ojos echando llamas. ¡Menudo carácter!
Una vez calmado, trató de bajar el nivel de la confrontación.
-Lamento si te hice daño, siempre pensé que no querías casarte conmigo. Aunque aceptaste nuestra
boda, desde el primer día me demostraste con hechos que no me querías.
-Es cierto, no te quiero, pero debo obedecer a mi padre -contestó Jelena con rigidez.
-Ahora no hay opción, debemos casarnos porque el honor me obliga a hacer lo correcto, pero esto se
pudo haber evitado si hubieses hablado conmigo.
-No, Mikhail, yo siempre supe que nos casaríamos. Quiero que la boda se celebre lo antes posible, por
favor, haz los arreglos para que no pase de dos semanas, en un juzgado será suficiente para mí.
–No, Jelena, no te equivoques, será una boda tradicional, es lo que esperan ambas familias. Se hará los
antes posible sí, pediré la ayuda de tus hermanas, ellas sabrán que hacer, pero me imagino que la
organización tardará un par de meses.
-No.-La negativa fue enfática-. Ya puedo estar embarazada y no quiero dudas sobre la cabeza de mi
hijo. -No puedes estar embarazada, usé protección –expresó Mikhail para tranquilizarla. -Lo mismo le
pasó a Ivanna. Además, la usaste un poco tarde, ¿o no lo recuerdas? – Las palabras de la joven
lograron que Mikhail apretara sus dientes al recordar el poco control que tuvo con ella.
-Está bien, hablaré con ellas para que sea lo antes posible.
-Mikhail, recuerda despedir a la puta de Beatriz, no permitiré que tengas amantes. Te descubro
engañándome y tus pelotas correrán un destino incierto -amenazó desafiante la joven.
-No tengo ninguna amante, Beatriz es una amiga que me acompaña a actos sociales. Está en España
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmen estos momentos, llega mañana y, cuando salgamos de la oficina, le diré que vamos a casarnos. Ella
ha sido, aparte de mi asistente, una buena amiga, así que no la despediré, porque como todas las
personas que trabajan necesita su empleo.
-Entonces traslada a la puta a otra oficina o a otro puesto de trabajo. Hazlo por teléfono, no quiero que
la veas de nuevo y menos fuera de la empresa, seguro que salen en la prensa y no aguantaré una
nueva humillación.
-No trates de controlarme, Jelena, no me provoques. Hablaré con Beatriz en persona y no podrás hacer
nada, y deja de llamarla puta, porque no lo es -exclamó perdiendo los estribos de nuevo.
-¡Maldito cabrón! No me provoques tú a mí, si no conocerás mi furia. Y la llamaré puta cada vez que me
salga del culo -gritó Jelena con rabia. -Cuida tu lenguaje, no permitiré que mi esposa diga tantas
vulgaridades -vociferó el joven en respuesta.
-Hablaré como me dé la puta gana -respondió desafiante-. ¿Qué harás?, ¿golpearme? Porque te
aseguro que te devolveré los golpes.
Mikhail miró al demonio de su prometida sin poder creer en su suerte, ¿dónde estaba la chica dulce y
tranquila que pensó que era? No quería seguir con esa confrontación absurda. -Nunca te pondría una
mano encima, pero debes moderar tu lenguaje.
Jelena se mordió la lengua para no decir nada más. Estaba actuando así por venganza, su prometido
hacía gala de muy buenos modales y tener una esposa mal hablada y soez sería horrible para él. Pensó
que por ese día había sido suficiente, estaba cansada de pelear, el estrés de todo lo sucedido le había
pasado factura. Ya solo quería ir a su habitación a dormir.
-¿Querías hablar algo más conmigo? Estoy cansada y quiero que te vayas. -No, Jelena, quería saber
por qué hiciste las cosas así. Te has ido por la tangente y no me has dado una respuesta satisfactoria,
has manipulado la situación y el objetivo no lo tengo claro.
Sabías perfectamente que solo con haberlo pedido no hubiésemos casado, si quise romper el
compromiso fue pensando que era lo que tú querías, eso lo dejé muy claro desde el principio.
–Mimotivo es tan viejo como la humanidad, novio -la risa escapó de su boca ante la cara de
desconcierto de su prometido-: venganza.