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Enamorándome de mi esposa provisoria

Capítulo 21
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Capítulo 21

Kathleen estaba teniendo un sueño irregular cuando fue despertada por una fria

presencia. Su mirada se posó en Samuel, que estaba de pie junto a su cama. Los nervios y

la incredulidad la invadieron al ver que había vuelto.

El miró a la quisquillosa mujer de forma condescendiente.

-¿Estás embarazada?-le preguntó.

– No. ¿Quién te dijo eso? ¿No crees los resultados de las pruebas de laboratorio? -rebatió.

Se mordió los labios con fuerza

-¿Entonces que es lo que estás mirando? -replicó mientras señalaba la tablet. Kathleen

frunció los labios antes de responder:

-Habia prometido ayudar a Gemma mañana como voluntaria en una casa de caridad que

aboga por los niños autistas. ¿Encuentras algun fallo en que esté investigado de

antemano?

Eso logró convencerlo. Así que preguntó en tono desinteresado:

-¿A qué hora te irás mañana?

– Pienso llegar a las diez.

Kathleen suspiro de alivio. Estuvo cerca. Su embarazo casi fue revelado.

-¿Estás segura de que no estás embarazada?

– Por supuesto. ¿Cuándo me he saltado las pildoras anticonceptivas?

-Durante el viaje a las aguas termales hace dos meses. –Samuel aún podia recordarlo muy

bien. Y si era cierto.

Ella habia decidido ir a las termas por capricho mientras él estaba alli en una inspección

de trabajo. Ninguno tenian la menor idea de que el otro estaria presente, pero se habían

encontrado por pura casualidad.

A Samuel le bastó una sola mirada de la mujer, sonrojada seductora y envuelta en una

bata, para que la encerrara en su habitación.

En el calor del momento, había olvidado llevar sus condones. De hecho, rara vez los

usaba, y confiaba en la ingesta regular de Kathleen de pildoras del día después.

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Después de su noche juntos, la había instado a que se tomara las pastillas a tiempo y se

habia ido a trabajar.

Ella estaba tan agotada después de los esfuerzos de la noche que no actuó de inmediato.

Había pasado por alto el recordatorio, ya que no estaba ovulando, y enseguida se olvido

de eso. Samuel habia usado un preservativo las siguientes veces que se acostaron juntos.

Por lo tanto, no vio la necesidad de tomar las pildoras. Sin embargo, una semilla había

sido plantada en su vientre, y una nueva vida tomo forma.

-No estabas cerca cuando me tomé las pastillas del plan B la última vez explico Kathleen

con desden ¡Las tomaré ahora mismo si todavia dudas de mi!

Procedió entonces a sacar del cajón una caja de pildoras del día después. Y casi se la

había llevado a la boca cuando él le agarró la mano, interrumpiéndola,

-Bien, confio en ti. No tc has sentido bien. Tomar estas pildoras sólo podria causar más

daño.

– Espero que los futuros hombres que conozca no me dejen sufrir por esto, ja diferencia de

ti! Lo único que te importa es tu propio placer sin importar mis sentimientos.

Samuel estaba indignado. De verdad actué de forma irresponsable? Aun así, es cierto que

Kathleen a menudo tiene que tomar pildoras del Plan B», pensó.

-Sin medidas anticonceptivas adecuadas, ¿prefieres ser tan fecunda como una cerda? -

replicó Samuel.

-Si un hombre me amara de verdad, se haria una vasectomia.

-Sigue soñando. Ningún hombre cometeria semejante locura,

-Eres tan soberbio que tus opiniones están sesgadas. Te juro que te lo demostraré

encontrando un buen hombre para mi.

– Créeme, Kathleen, cuando te digo que esos hombres son un mero producto de tu

imaginación.

*¿Como se atreve a compararme con su imaginado buen hombre? ¿Qué hay de malo en

mi, de todos modos? Ella tiene mucho dinero para gastar. Además, sus necesidades y

deseos, tanto en la cama como en el dia a dia, están bien atendidos. ¿Qué más se puede

pedir?», se molestó.

– Los hombres buenos sobran. No puedo creer mi mala suerte de haber conocido al único

huevo malo que hay -se molestó.

-Eso significa que estamos predestinados, entonces -respondió Samuel con socarroneria.

-¡Si claro! Es mi maldita sea mi mala suerte. Debo haber estado ciega -se burló de si

misma.

Su mente debió haber estado nublada para haber suspirado por él durante diez años.

Samuel resoplo disgustado. Y Kathleen sintió al instante que algo estaba mal.

En los últimos dias, parecia que se había vuelto más propensa a perder los nervios. Sin

embargo, según sus investigaciones, podría ser que sus cambios de humor se debieran a

los desequilibrios hormonales del embarazo. Se pellizcó el entrecejo, harta.

-Como sea, me voy a dormir -declaro. A continuación, se dejó caer en la cama, se tapo con

las sábanas y se quedo dormida.

Samuel hizo una mueca, Su desfachatez para instigar mi lra y luego irse como si nada…

No se habria atrevido a hacerlo en el pasado. ¿Cuándo se volvió tan valiente?», penso.

Ella dio gracias al cielo por su rápido ingenio al cambiar las pildoras anticonceptivas por

vitaminas. De lo contrario, no se habria propuesto tomarlas frente a ell Acabó por

quedarse dormida y sucumbir al sueño.

La mirada glacial del hombre estaba clavada en el frasco de pildoras anticonceptivas.

«Qué monstruosidad. Debería deshacerme de ellas. ¡Y se atreve a decir que no soy un

buen hombre!», se bure si un buen hombre se define por sus acciones al no permitirle

consumir pildoras anticonceptivas ou asi sea. A partir de ese dia usaria un condón.

Después de ducharse, sc tumbo en la cama y se puso de lado, contemplandola. Era tan

suave y exquisita como un melocotón fresco y dormia tan profundo como un entrañable

gato atigrado.

«Como es posible que exista una mujer tan adorable e irresistible? No es de extrañar que

todo el mundo se sienta atraido por ella. En especial Christopher. La forma en que la mira

no es la de un amigo corriente». La mera idea le cayó mal. y se vio obligado a envolverla

en su abrazo para calmar su malestar.

-¡Suéltame, escoria! -gritó mientras luchaba por escapar de él. Samuel frunció el ceño,

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consternado por el alboroto, pero Kathleen sólo hablaba dormida.

– Dejame en paz. Ya no te quiero. Voy a encontrar a otra persona que me merezca -gimió

en sueños.

Samuel sintió una punzada en el pecho. No podia explicar por qué esas palabras le

producian tanto malestar. Sin embargo, no podia hacer otra cosa que aguantar.

El día siguiente amaneció brillante, y Kathleen apartó las sábanas con frustración.

«¡Todo mi cuerpo está muy caliente!», se desespero. La temperatura de la habitación era

demasiado alta, incluso después de tener en cuenta que la calefacción seguía

funcionando.

Estaba empapada de sudor y se sentia como si la quemaran viva cuando el peso de las

mantas volvió a caer sobre ella. Estaba livida. «¿Quién se atreve a molestarme?»

Se disponia a apartar de nuevo la manta cuando sintió que le sujetaban las extremidades.

Sus ojos se abrieron para revelar el primer plano de un rostro apuesto. «¿Qué demonios

está pasando aqui? ¿Cuándo me dormi en los brazos de Samuel ?>>

Una sonrisa se dibujo en la comisura de los sensuales labios del hombre.

-Estas despierta.

Kathleen se separó de él y se acercó a la esquina de la cama, alarmada.

Algunas cosas nunca cambian»,

Solia acurrucarse en los brazos de su esposo antes de quedarse dormida y disfrutaba de la

sensación de calentar sus pies helados en sus muslos. Él había sido tolerante con sus

peculiaridades y nunca se opuso a ellas…

Resulta que los viejos hábitos son difíciles de romper, incluso atravesando por tantos

problemas.

-Disculpa, no olvides que estamos a punto de divorciarnos. Por el bien de ambos, ¿podrias

por favor mantener la distancia y dormir en el sota en su lugar? – Kathleen lo habría hecho

si no fuera por su bebé.

– Las damas primero -Samuel se burlo.

-De acuerdo entonces -dijo Kathleen con los dientes apretados. El sofa era ancho y

cómodo, de todos

modos. Mientras se mantuviera en su espacio, era poco probable que se cayera.

La expresión de Samuel cambio. «En el pasado no habria aceptado dormir en el sofá. ¿Qué

le ha pasado?»