Capítulo142
Clara estaba sorprendida, pero no tomó la caja.
No esperaba que él todavía lo tuviera consigo…
-No te preocupes, Irene, puedo hacer lo que no te atreves a hacer–dijo María mientras tomaba la
caja sin esperar la respuesta de Clara.
Abrió la caja y dentro había una pulsera de jade púrpura de cristal deslumbrante y hermosa.
La belleza del jade ardiente brilla en la paz del mundo.
Clara podía ver que era algo bueno, no algo que se pudiera comprar fácilmente en el mercado. Si
fuera en el pasado, recibir un regalo de Alejandro la habría hecho despertar riendo en un sueño, y
probablemente habría gritado de emoción en ese mismo momento.
Pero ahora, toda su alegría estaba enterrada bajo una capa de hielo frío e indiferente.
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtEl amor tardío es más barato que la hierba, y los regalos tardíos no valen nada.
-Bueno, aunque no entiendo de joyas, esta pulsera de jade parece ser bastante valiosa. El señor
Hernández ha sido considerado…
De repente, María miró ferozmente y levantó el brazo, y se escuchó un fuerte “crack” –
La pulsera de jade púrpura se rompió en pedazos frente a Clara y Alejandro
El hombre vio cómo su regalo era destrozado y su pupila se contrajo al máximo, su rostro pálido
como la ceniza.
Clara estaba tan sorprendida que sus dedos se encogieron en su mano y no se atrevió a mirar la
cara de Alejandro
-Señora, ¿qué significa esto? ¡Era un regalo de corazón del señor Hernández! Incluso si no lo
quiere, no debería haberlo tratado así–dijo César enojado y con el rostro rojo.
-Señor Hernández, ¿por qué no le dio este regalo a Irene antes de que se divorciaran? ¿Por qué viene
a cortejarla ahora después de su divorcio? ¿Está aburrido o está tratando de humillar a Irene porque
tiene un nuevo amor? ¿Quieres hacer que su vida sea miserable a propósito? -exclamó María con su
agudo tacón de aguja aplastando los pedazos de jade debajo de sus pies. -Toma este regalo, Irene Y
tú, si tienes algo de sentido común, vuelve a la Ciudad de México. No eres
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Alejandro sintió un nudo en la garganta y le lanzó a Clara una última mirada llena de tristeza.
El corazón de Clara latía tembloroso y se apartó de su mirada, acercándose a María.
-Volvamos a casa–dijo Clara.
–
-Señorita Irene… César estaba muy decepcionado de que ella ni siquiera intentara defender al
señor Hernández.
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Si él estaba tan decepcionado, ¿qué se puede decir de Alejandro?
-Vamos a casa, no arruinemos nuestro estado de ánimo por personas y cosas que no nos
incumben, dijo María mientras tomaba el brazo de Clara y se alejaban.
Leticia miró a Alejandro pálido como un fantasma, y negó con la cabeza con desprecio: -Se lo
buscó.
De vuelta en casa, Clara se deshizo de su máscara de frialdad y crueldad, sintiéndose
completamente exhausta.
Recordó la pulsera rota y los ojos de Alejandro al verla, sintiendo un amargor en su corazón.
Sabía que Leticia y María habían actuado así para defenderla, pero… habían ido demasiado lejos.
En ese momento, parecía que ella había sido la que había tratado mal al hombre.
-¡Clara!
En ese momento, Javier corrió hacia ella, jadeando con ansiedad. ¡Sebastián y papá han vuelto a
pelear! ¡Papá ha golpeado a Sebastián!
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